Definitivamente el gobierno es un crack en materia de potes de humo y bulo, definición de estrategias para ocultar hechos o actos que perjudican.
Por Elsa Muro / lapatilla.com
Ya no se habla de las actas, ya no se hablan de los presos políticos, ya el gobierno puso la guirnaldas en torno a los acontecimientos, que colocan a Venezuela en el nada prestigioso primer lugar de los países que van en contra de una institución, que por cierto contribuimos a consolidar, como es la de asilo y la protección de los presos políticos refugiados en las embajadas.
No me saquen ahora el asilo del presidente electo Edmundo González, pues esa no es gestión suya.
Colocaron la atención en la embajada de Argentina, los desmanes violatorios del Derecho internacional, a los cánones de respeto a las relaciones diplomáticas y consulares, una pelea constante que van desde asedios a embajadas a través de suspensión de los servicios, la presencia de hordas grupales de asaltaros a la sedes por las fuerzas represivas, hasta comunicados harapientos en cuanto a redacción y basamento jurídico se refiere.
Ahora Nicolás, en su desesperado afán de convertirse en el hombre bonachón, sencillo y con penetrado con el pueblo, decreta que la Navidad comenzará a partir del 1 de octubre, y su muchacho de mandado, que recuerda al personaje ”El recogidito” de Joselo, el Grinch del Furrial, atenta contra la iglesia y contra todos aquellos, que tratan de preservar esa fiesta, que para los creyentes, mayoría en Venezuela, recuerdan el nacimiento del niño Jesús, portador de la esperanza, que convoca a la reconciliación y representa el más hermoso espíritu de afecto y perdón.
El venezolano que es hombre de fe, de alegría, de entrega y obsequioso por naturaleza tiene varios periodos decembrinos sumidos en la nostalgia del ser querido, de la alegría de las verdaderas navidades y la profunda tristeza de no contar con la presencia de sus seres queridos.
El inició la debacle del sistema democrático de la libertad, coincide con el abandono de la verdadera celebración de la Navidad.
Si tratamos de buscar una fecha de inicio aproximado de esa lamentable coincidencia, podemos ubicarlo a partir del 15 de diciembre de 1999, cuando el “Grinch eterno”, llamaba a la gente a participar en el referendo constituyente y oponerse a las reacciones de la naturaleza para ir a expresarse en torno a la Constitución recién aprobada por una excluyente Asamblea Nacional constituyente, sin importar arriesgar a la vida y el dolor de los venezolanos por la pérdida de seres queridos, sus viviendas y pertenecías. Tragedia de Vargas
Después de esa fecha, y de manera desordenada, podemos destacar navidades en extrema angustia por no poder disfrutar de una cena en familia por devaluaciones brutales, que desvanecieron el esfuerzo de todo un año representado en los aguinaldos y utilidades devoradas por medida de política monetaria errático y devaluaciones agresivas, la presencia de presos políticos, cortes de luz, servicio de telefonía fija inexistente, incremento de presos políticos, desaparecidos, insultos a diestra y siniestra, burla a los sectores más débiles con entrega de perniles podridos, sequía en la tuberías, largas colas para la gasolina y pare de contar.
Ahora Nicolás decreta, como buen autoritario, el inicio de la Navidad a partir del 1 de octubre. Reta la esencia de lo que representa “disfrutar el sentido genuino de la más tierna de las fiestas cristianas”, como escribió el sacerdote Javier Rodríguez.
La gente, escribe el referido prelado, “por allí parecen empeñada en perderse lo mejor de la Navidad”.
Nicolás y su combo de elfos, en lugar de preparar los regalos a los venezolanos, representados en bienestar, la posibilidad de compartir en familia los más hermosos sentimientos que afloran en esa época, el detalle de los estrenos para la noche buena y el fin de año, la preparación de las hallacas, pan de jamón, ensalada de gallina y dulce de lechosa -especies de la gastronomía criolla en extinción-, que nos reúne a todos en un hermoso compartir, no necesariamente la cena lujosas de los amigos del régimen.
Nicolás y Cilita se empeñan en decretar las navidades, que no son más que la conformación de una escaparate de mal gusto de la decoración dispendiosa de Miraflores, calles y avenidas administradas por las gobernaciones y municipios rojos.
Nicolás y sus elfos, olvidan que “la fiesta de Navidad posee la virtud de incentivar en nosotros el deseo del bien y como un añoranza de la santidad para el que estamos llamado todos los hombres. Todos, también aquellos a quien las vueltas de la vida endurecieron la piel del alma. Todos, por ajeno y alejados que estuviéramos de Dios, estamos siempre gozando su misericordia infinita” (Javier Rodríguez escribe en sus reflexiones “Recostado en el Pesebre).
Nicolás y sus elfos, pretenden que los venezolanos, en su gran mayoría católicos, practicantes o no, pero que nos une el sentimiento noble de lo que representa, pretende en forma irrespetuosa manipular nuestras creencias, burlarse de nuestros sentimientos y desconocer el significado de la Navidad.
Ojalá que está infeliz y populista decisión, no sea el marco festivo de imposición grotesca para ocultar más represión, una inevitable devaluación, cierre de fronteras, invalidación de pasaportes, fiscalizaciones tendentes a quebrar empresas y empresarios incómodos, generar mayores fuentes de represión e injusticias y proceder enmarcar en Venezuela un régimen de oprobio e insensatez.
La verdadera Navidad es la que el venezolano por generaciones ha venido celebrando: alegría, entrega, compartir, vivir un espacio de reparadora espiritualidad, como lo ha recordado la jerarquía eclesiástica vapuleada y vituperada por el “Grinch del Furrial”.
No son las navidades del chavismo, ni las improvisadas y decretadas fiestas decembrinas de Nicolás.
El único aguinaldo que queremos oír, es el estribillo de “Din Din es hora de partir, los Maduro bajan….” para donde ellos quieran o puedan
La Navidad, Nicolás es reconciliación, reencuentro y alegría, sentimientos y acciones que tú no estás en condición de dar, pues esas manifestaciones de los más nobles, que existen, de ser son mayoritarias y compartidas.
Por más navidades anticipadas, que decretes Nicolás, estás solo y sin posibilidad de qué la gente vuelva a creerte, a quererte, si es que en alguna oportunidad te hicieron o creyeron.
Después de muchos años, los venezolanos necesitan de una verdadera Navidad, cantando con furros y nos furriales, gaitas y aguinaldos que le borren la tristeza a la que tú y tus elfos nos tiene acostumbrados.