El hábito que antes estaba prohibido y se convirtió en una industria millonaria en EEUU

El hábito que antes estaba prohibido y se convirtió en una industria millonaria en EEUU

Entre los latinos, antiguas prácticas de brujería latinoamericanas y caribeñas están teniendo un apogeo
YouTube

 

El Concejo Municipal de Norfolk, Virginia, derogó una prohibición que databa de 1979 sobre “la práctica de la quiromancia, la lectura de la palma de la mano, la frenología o la clarividencia, a cambio de una compensación monetaria o de otro tipo”. Hasta ese momento, y durante más de 45 años la adivinación, entre otras prácticas esotéricas, constituía un delito menor de primer grado que podía conllevar una condena de hasta un año de cárcel.

Por La Nación 





No está claro en la formalidad por qué el Concejo Municipal decidió derogar la ordenanza, por un lado, la portavoz de Norfolk, Kelly Straub, expresó que el motivo es que “ya no se usaba”; por el otro, los miembros del Concejo Municipal dijeron poco durante su votación, aunque uno bromeó: “Alguien por ahí predijo que esto iba a pasar”.

Lo cierto es que la derogación llega en un momento en que la industria de servicios psíquicos está creciendo en los EE. UU., al punto que según un informe de la firma de investigación de mercado IBIS World, en 2023 generó un estimado de 2,3 mil millones de dólares de ingresos y empleó a unas 97 mil personas.

Latinos jóvenes le dan fuerza al fenómeno

Entre los latinos, antiguas prácticas de brujería latinoamericanas y caribeñas están también teniendo un apogeo, especialmente de la mano de las generaciones de latinos residentes en Estados Unidos más jóvenes, que quieren recuperar y reivindicar esas tradiciones para conectarse con sus raíces, promover el autocuidado y construir comunidad.

“Los jóvenes latinos estadounidenses están retomando las prácticas milenarias en un contexto en el que algunos jóvenes también han impulsado siempre usar las tildes y eñes en sus nombres, retomar el español si no lo aprendieron antes y, en ciertos casos, rendirles culto a ciertos santos populares”, explican en un informe realizado por Telemundo sobre el tema.

En Latinoamérica, hablar de brujería suele abarcar muchos tipos de prácticas y creencias, desde rituales como las limpiezas, hasta embarcarse en religiones sincretistas como la santería. Para muchos son un símbolo de resistencia y las prácticas se han mantenido vivas pese a que, sobre todo en la época colonial, fueron demonizadas y acechadas.

En los últimos años, en Estados Unidos varias grandes casas editoriales incluso han publicado libros sobre el tema, que también se promueve abiertamente en redes sociales. Eric J. Labrado, propietario de una tienda de brujería en Austin, Texas y coautor, junto a Alexis Arredondo, de los libros sobre brujería mexicana y mexico-estadounidense Magia Magia y Blood of Brujería confirma en una nota con Telemundo que la brujería “abre muchas puertas para volver a nuestras raíces y sentirnos más conectados con ellas”.

No todos los adeptos son latinos

Igualmente, el fenómeno no solo está en auge entre la comunidad latina, ya a finales de 2017, una encuesta realizada por el Pew Research Center había encontrado que la mayoría de los adultos estadounidenses tienen esas creencias y que 4 de cada 10 creían en el poder de los psíquicos.

Ashley Branton, quien se ha ganado la vida como médium psíquica durante siete años en el condado de Virginia, le explicó a la cadena WTVR, que el mercado se está expandiendo para los médiums y psíquicos “porque las redes sociales las han impulsado y que la aversión a la religión organizada también juega un papel importante”.

Además, según Branton, la creciente sensación de incertidumbre, particularmente entre los millennials y las generaciones más jóvenes los ha conducido a hacer “un mayor trabajo interno. Desde el COVID, la gente ha estado cargando con mucho peso y ha empezado a cuidar su salud mental y a ocuparse del aspecto espiritual”, aseguró esta médium que considera su trabajo como una vocación y asegura que sus dones psíquicos le vienen de familia y los ha tenido toda su vida.

Lea más en La Nación