La London Clinic abrió una investigación interna tras las acusaciones de espionaje médico a la princesa de Gales

La London Clinic abrió una investigación interna tras las acusaciones de espionaje médico a la princesa de Gales

Espías en la clínica: la investigación interna que puede dinamitar la reputación del hospital de los famosos. (La princesa Kate, en montaje de Infobae/Getty Images)

 

Cuando parecía que el culebrón de la salud de la Princesa de Gales no podía enredarse más, va el prestigioso The London Clinic y le pone la frutilla a la torta. Resulta que algún avispado miembro del personal intentó acceder ilegalmente a la historia clínica de Kate durante su reciente estancia en el hospital. Una noticia explosiva, sin duda.

Por infobae.com





El bombazo lo destapó The Mirror, citando a un “insider” que no se guardó nada: “Este es un fallo de seguridad mayúsculo y un daño terrible para la reputación del hospital, dado su historial inmaculado tratando a la Familia Real”, le dijo al periódico. Las autoridades contactaron de inmediato con Kensington Palace para asegurarles que habría una “investigación a fondo”. No me extraña, con semejante metedura de pata.

Pero lo mejor es la reacción del personal médico, que según la fuente “se ha quedado en shock y desolado con las acusaciones, y muy dolido de que un colega de confianza pudiera ser responsable de semejante violación de la ética y la confidencialidad”. Una respuesta que parece más propia de quien ha sido descubierto en falta que de una víctima inocente.

Y es que The London Clinic no es un hospital cualquiera. Por sus lujosas habitaciones han desfilado primeros ministros, estrellas de Hollywood y royals de medio mundo, atraídos por su discreción y profesionalidad. Hasta el mismísimo Rey Carlos III se trata allí su cáncer “de incógnito”. Vamos, que si esas paredes hablaran, arderían las redes.

Pero claro, en la era de Internet, las paredes de la London Clinic son de cristal. Por mucho que Kensington Palace se empeñe en ocultar los detalles del ingreso de Kate, cualquier empleado con acceso a su historial puede filtrar la exclusiva del siglo. Y más con el interés morboso que despiertan los problemas de salud de la familia real más popular.

Porque seamos claros: la salud de Kate Middleton se ha convertido en un culebrón digno de la prensa del corazón. Desde que a mediados de enero anunciaran su “cirugía abdominal planificada” (sin más detalles), el silencio de palacio ha avivado todo tipo de rumores delirantes. Que si está en coma, que si la han suplantado por una doble, que si se está muriendo… El guion se escribe solo.

Y en medio de este circo mediático, va la London Clinic y le regala a las teorías “conspiranoicas” su mejor argucia: el fisgón de los archivos secretos. Un relato de misterio e intriga con todos los ingredientes: el hospital de los famosos, los expedientes confidenciales, el topo traidor, el escándalo en ciernes… Solo falta Agatha Christie para escribir la novela.

Pero bromas aparte, el asunto es de una gravedad mayúscula. Primero, por la flagrante violación del derecho a la intimidad de Kate. Segundo, por el golpe a la reputación de excelencia y hermetismo de la London Clinic. Y tercero, por lo que revela de la insaciable curiosidad pública por los detalles morbosos de la vida (y la salud) de los royals.

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