La historia del “asesino otaku”: las sangrientas ceremonias con las nenas que estranguló y violó después de muertas

La historia del “asesino otaku”: las sangrientas ceremonias con las nenas que estranguló y violó después de muertas

Miyazaki comenzó con su raid criminal tras la muerte de su abuelo en 1988

 

Todo indicaba que la vida de Tzutomu Miyazaki no iba a ser fácil. Ya había tenido problemas desde el útero de su madre cuando nació en Tokio el 21 de agosto de 1962. La mujer sufrió una complicación durante el embarazo y el bebé nació con las articulaciones de sus manos fusionadas. El chico creció y empezó a sufrir las miradas hirientes de la sociedad. En ese caldo de cultivo se gestaba todo el horror que luego de adulto le haría sufrir a sus víctimas.

Por infobae.com





El origen del monstruo

Miyazaki empezó el colegio y sus extrañas manos con una especie de membrana que juntaba sus dedos eran motivo de burla de sus compañeros de aula. El chico no tenía amigos y se refugiaba en los recreos en las historias de los comics de animé. Mientras tanto, no tenía ningún problema para aprobar todas las materias escolares con muy buenas calificaciones.

Miyazaki era reservado y rara vez participaba en eventos sociales o hacía amigos. A menudo escondía sus manos en las fotos familiares por vergüenza. Sin embargo, parecía disfrutar del dibujo y los cómics mientras estaba solo en casa.

Sus dos hermanas menores, Setsuko y Haruko, consideraban a su propio hermano “repulsivo”, lo que sólo sirvió para aislar aún más a Miyazaki de la realidad. “Si intentara hablar con mis padres sobre mis problemas, simplemente me ignorarían”, dijo a la policía después de su arresto.

El único miembro de la familia que se interesó por Miyazaki fue su abuelo, Shokichi. El chico solía sentarse a charlar con el anciano. Le contaba sus penurias mientras le mostraba sus manos deformes. Shokichi lo acariciaba y trataba de calmar la ira que veía en sus ojos. No lo logró.

Llegó la etapa del despertar sexual adolescente de Miyazaki. Como no había forjado ninguna relación significativa durante su adolescencia, todo lo que sabía sobre sexo procedía del anime, los cómics y las películas de terror.

Los primeros problemas los tuvo en la universidad cuando llevó una cámara de fotos y fotografió las entrepiernas de las mujeres mientras practicaban deportes. Luego, cada noche, seguía leyendo manga y pornografía y viendo películas violentas para apaciguar su creciente apetito sexual.

El impacto de la muerte de su abuelo

Miyazaki se graduó de la universidad en 1983 a los 21 años y luego regresó a la casa de su familia. Sin embargo, fue en mayo de 1988 cuando realmente comenzó el descenso del joven hacia la locura y el horror. Fue el mismo año en el que murió su abuelo, quizás el único cable a tierra del muchacho. Ahora estaba realmente aislado. Atrapado en su propio mundo de fantasía con sólo su pornografía y películas violentas para hacerle compañía.

Por pura desesperación por mantener vivo a su abuelo, Miyazaki se comió algunos de sus restos a escondidas antes de que fueran cremados. Muy rápidamente después de esto, Miyazaki se volvió cada vez más violento. Ahí arranca su raid de violencia sexual y crímenes. “Me sentí completamente solo”, reveló el joven después de su arresto. “Y cada vez que veía a una niña jugando sola, era casi como verme a mí misma”. Lo peor estaba aún por llegar.

Ese mismo año, 1988, fue el descenso del joven japonés hacia el infierno. Cometió su primer crimen El 22 de agosto. Miyazaki vio a Mari Konno, de 4 años, afuera de su casa en Iruma Village, Saitama. Los ojos del muchacho se posaron en la nena mientras manejaba su auto. Atrajo a la nena con el simple truco de prometerle caramelos, la subió a su coche y condujo a toda velocidad hacia las afueras de Tokio.

La nena iba en el asiento del acompañante sin hablar y masticando los caramelos, uno tras otro. Finalmente llegaron a un camino de tierra que conducía a una zona forestal junto a la central eléctrica de Shintama. Allí, Miyazaki salió del auto seguido de cerca por la chica que comenzaba a desconfiar de su extraño acompañante.

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