La trágica historia de Lenny Bruce, el comediante “desenmascarador de la hipocresía”

La trágica historia de Lenny Bruce, el comediante “desenmascarador de la hipocresía”

Una escena habitual en la vida del legendario Lenny Bruce: un policía lo detiene luego de una presentación en el night club Jazz Workshop de San Francisco. (Bettmann)

 

 

 

Su figura hoy legendaria tuvo una enorme popularidad en Estados Unidos a pesar de que fue perseguido en casi todo el país, acusado de violar las leyes de obscenidad. Murió de sobredosis a los 40 años, sin poder trabajar y sin saber que sería un emblema de la libertad de expresión.

Por infobae.com

El 9 de abril de 1964, Lenny Bruce entraba en el Café Au Go Go de Nueva York, epicentro de la escena cómica de Greenwich Village. En la puerta, unos manifestantes protestaban contra la actuación de Bruce debido a que estaba procesado por obscenidad. Puertas adentro, el ambiente era electrizante cuando Bruce subió al escenario. Sus controversias no hicieron sino llenar el recinto aún más de lo habitual.

“Buenas noches, señoras y señores”, comenzó. “No han venido aquí para que los ofendan, ¿verdad?”. El público rompió a reír y aplaudir.

Apenas un año antes, Bruce había estado en la cima del mundo de la comedia, había publicado un libro que fue un éxito de ventas y había agotado las entradas para sus actuaciones por todo el país. Su irreverente visión de la religión, el sexo y la política se dirigía a una generación que reaccionaba contra las normas sociales.

En la penumbra del club, su figura elegíaca —era el gran intérprete de stand-up comedy de la generación del jazz— brillaba bajo el pálido resplandor. Aunque era joven, exudaba una especie de pathos ajado. Su traje de diseñador le quedaba holgado, como un eco del deterioro de su suerte.

Bruce abrió su actuación con trivialidades, para medir la atmósfera en un momento tan difícil de su carrera. Calentó motores con unas cuantas palabrotas sin importancia —las leyes de entonces, sin embargo, alcanzaban los términos populares que usaba para hablar sobre partes del cuerpo y actos sexuales— y sin esperar más un hombre se levantó entre el público para detenerlo.

Sólo faltaban dos años para su muerte, a los 40, de sobredosis. Era un artista asediado allí donde subía al escenario.

Su polémico ascenso y su caída dramática son los extremos de una carrera innovadora que desafió al público, a las autoridades e incluso a las mismísimas ideas de libertad de expresión en los Estados Unidos. Mucho antes de que cómicos como George Carlin y Richard Pryor lo intentaran, Bruce puso a prueba los límites del discurso público permitido. Y, como lo muestra su personaje en la serie The Marvelous Mrs Maisel, lo pagó frecuentando tanto los escenarios como los departamentos de policía y los tribunales.

Lenny Bruce tuvo gran popularidad, se presentó en el Carnegie Hall y publicó un libro que fue capital para la contracultura. (Michael Ochs Archives/Getty Images)

En los 50 el stand-up se centraba, incluso en ciudades como Nueva York y Los Angeles, en bromas suaves sobre la vida cotidiana. Pero Bruce irrumpió en escena con una provocación inédita: una comedia picante que se adentraba en las profundidades de la hipocresía política, la discriminación racial, los tabúes sexuales y el dogma religioso.

Ascenso y escándalo de Lenny Bruce

Bruce nació en 1925 con el nombre de Leonard Alfred Schneider y creció en Long Island, Nueva York. Su madre, Sally Marr, trabajaba como cómica y bailarina en el resort para familias judías de las montañas de Catskill. En los 40 ella estuvo a cargo de varios night clubs, lo cual expuso a su hijo al negocio del entretenimiento. Ella, además, reconoció temprano su talento y lo alentó.

Luego de una temporada en la Marina estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial, Bruce comenzó a hacer monólogos con nombres como Lenny Marsalle, hasta que eligió su seudónimo definitivo en 1947.

Sus primeros sketches trataban temas livianos: la comida de los aviones, las publicidades en la televisión, la vida matrimonial. Pero no tardó en encontrar su voz y lanzarse a satirizar sobre temas difíciles en su momento: el sexo, la religión, el racismo. Su estilo iconoclasta mezclaba improvisación y mordacidad con lenguaje vulgar, e imantaba al público.

Lea nota completa Aquí

Exit mobile version