Carlos Ochoa: Petro y Maduro súbditos cubanos

Carlos Ochoa: Petro y Maduro súbditos cubanos

Los mejores amigos de Maduro hasta ahora han sido los cubanos quienes mantienen influencia y poder en el gobierno y en parte de la cúpula militar, pero en la geopolítica mundial Maduro cuenta con más adversarios que aliados, lo que hace complejo hacerse un lugar de protagonismo a favor de un régimen con causas abiertas en la Corte Penal Internacional y muchas sanciones que restringen el desempeño de los jerarcas del madurismo a nivel de gestión y personalmente.

De manera permanente Maduro y otros dirigentes   insisten en la suspensión de las sanciones y en la liberación del colombiano Alex Saab para iniciar cualquier tipo de negociación que concluya en una elección con garantías, por supuesto que esto tranca el juego y coloca a Maduro más cerca de un desenlace en su contra, eso es lo que ha percibido el Presidente de Colombia Gustavo Petro a quien no le conviene un Maduro acosado, una Venezuela en crisis con una alta migración hacia la hermana república.

Para construir una estrategia que disminuya los riesgos, Petro intenta convertirse en el mejor amigo de Maduro, trabajando en un nuevo intento de negociación en donde Cuba y los Estados Unidos y en el medio Colombia activen las opciones que ya han sido planteadas sin éxito en el pasado con la participación de otros países como el reino de Noruega y México.





¿Qué diferencia existe entre esta nueva gestión y las anteriores?

Se pueden mencionar varias, pero la de mayor peso es garantizar que en Cuba mantenga el poder la nomeklatura militar que gobierna al país desde hace más de seis décadas.

Cuba representa para la izquierda latinoamericana los ideales de resistencia del relato épico frente a los Estados Unidos, sin Cuba la izquierda pierde el poder evocador heroico del Ché Guevara y el de Fidel Castro que tanto han explotado hasta convertirlos en leyendas, sin importar que el Ché haya sido una máquina para asesinar personas como él mismo se autodefinió en una carta a su progenitor y los Castro unos dictadores despiadados que mantienen encerrados a millones de cubanos hambrientos y frustrados.

Pero el denominador común entre Petro y Maduro es su conexión con Cuba, con el Foro de San Pablo en Brasil y el grupo de Puebla en México, una salida intempestiva de Maduro sería un descalabró para los gobiernos de izquierda y un desastre para el gobierno cubano que recibe petróleo y muchos millones de dólares por sus mermados programas de asistencia social entre lo que se conoce y participación y triangulación en otros negocios que no se conocen.

Como súbditos cubanos Maduro y Petro tienen la misión de mantener al gobierno de la isla como un bastión, una bandera que sirva de estandarte de los regímenes anticapitalistas de la región, sin Cuba los socialistas quedarían huérfanos de discurso, se convertirían en unos nostálgicos apuntando más al pasado que al futuro.  

Las condiciones para negociar dependen de las fortalezas y debilidades de las partes, en este momento la debilidad de Maduro es su incapacidad para resolver la crisis económica y social, esto le acarrea como consecuencia que se le acorten los tiempos y merme el apoyo de cara a un evento electoral, además del tiempo de la justicia internacional que no se detiene y es una amenaza real que no puede negociar. 

En el campo opositor la ausencia de unidad de propósito para salir de Maduro pasa por los intereses de los partidos, eso se hace evidente cuando no pueden o no quieren ponerse de acuerdo para escoger un candidato para construir una alternativa de cambio para el 2024, cuando por ley toca convocar comicios presidenciales.

Esta claro que Petro percibe que a Maduro se le acaba el tiempo para aminorar los daños que significa una salida no negociada y el impacto que esta tendría en la región y en particular en Cuba, así que no es del todo exacto calificar al Presidente colombiano como Canciller de Maduro, más bien es un operador que tiene toda la confianza de Maduro para buscar una ruta segura que no ponga en jaque mate a la dictadura cubana y de paso en una nueva negociación directa con los Estados Unidos se acuerde una disminución progresiva de las sanciones, arrancándole a Maduro el compromiso de unas elecciones con observación internacional que sin dejar de ser ventajistas sean potables para la comunidad democrática mundial.

De allí que sin algunas sanciones pueda después de este ajuste de cuentas con sectores de su propio gobierno, intentar algo para reflotar el Titánic en que se ha convertido su gestión de emprendedores para su propio beneficio y cumplir con las presidenciales de 2024 con algunas opciones que en este momento brillan por su ausencia.