El enigma del matrimonio billonario asesinado en su piscina y las siniestras esculturas en la posición de los cadáveres

El enigma del matrimonio billonario asesinado en su piscina y las siniestras esculturas en la posición de los cadáveres

Barry y Honey Sherman

 

 

 





El viernes 15 de diciembre de 2017, en el número 50 de la calle Old Colony, de la ciudad de Toronto, Canadá, todo era silencio. La imponente mansión de los multimillonarios Barry (75) y Honey Sherman (70) era una auténtica tumba. La casa estaba en venta y por ella sus dueños pedían 7 millones de dólares. Construida en la década del 80, la residencia contaba con cuatro niveles distribuidos en 1200 metros cuadrados conectados por dos inmensas escaleras.

Por Infobae

Ese día la agente inmobiliaria Elise Stern llegó a la vivienda con los posibles compradores. Quería mostrarles esta propiedad, una de las más lujosas que tenía para ofrecer. Si la vendía, cobraría una jugosa comisión. Sabía que Barry Sherman estaba trabajando y que su mujer Honey andaba de viaje por las playas del estado de Florida. Siguiendo las indicaciones del dueño de casa, tomó la llave de la puerta de entrada de un pequeño locker exterior. Abrió y comenzó su recorrido con los interesados. Pasearon por el enorme living, los cinco dormitorios, el baño de la master suite enteramente revestido en mármol y observaron los techos con grandes claraboyas, las brillantes y enormes arañas que iluminaban las salas, el parque, la cancha de tenis, el sauna y el jardín de invierno vidriado. Cuando llegó el momento de enseñarles el jacuzzi y la pileta climatizada cubierta, construidos en un generoso ambiente de paredes de ladrillos de vidrio que permitían el paso de la luz, los tres miraron el lugar sumamente extrañados. ¿Qué era esa peculiar escena con dos maniquíes dispuestos sobre el deck al borde del agua? ¿Era una decoración estrafalaria? ¿O una broma de mal gusto?

Se acercaron sin abrir la boca y, con horror, descubrieron que lo que estaban viendo era el brutal escenario de un doble crimen.

 

La policía forense en frente de la casa de Barry Sherman (REUTERS/Chris Helgren)

 

Los propietarios estaban sentados en una posición grotesca, uno junto al otro, y totalmente vestidos. Sus cabezas se sostenían de la baranda metálica que bordeaba el contorno de la pileta por dos cinturones de cuero que apretaban sus cuellos contra el metal. Ella tenía un hematoma en la cara y el cuello de su elegante tapado había sido bajado de tal manera que se podían ver sus hombros.

Salieron eyectados por el espanto y Elise llamó, histérica, a emergencias. Eran las 11.54 de la mañana.

Claramente, esa venta la había perdido.

Dos esculturas y una siniestra semejanza

Barry Sherman y Honey Reich se casaron en 1971 y tuvieron cuatro hijos: Lauren, Jonathon, Alexandra y Kaelen. Jonathon fue el primero en enterarse de lo ocurrido por su tía Mary Shechtman quien lo llamó a los gritos desde Florida: la joven de la inmobiliaria le había avisado a ella. Él se ocupó de contactar a sus tres hermanas. Lauren, la mayor, estaba de vacaciones en México. Con Alex, una cantante de música folk, y Kaelen quedaron encontrarse en la casa de la primera, donde ella vivía con su marido Brad Krawczyk. Jonathon se subió al auto con su marido Fred y se dirigieron al barrio Forest Hill. Su padre había bancado mucho mejor que su madre, gracias a que un socio suyo era gay desde los años 60, el tema de su orientación sexual.

Jonathon fue el encargado de hablar en el multitudinario funeral de sus padres, el 21 de diciembre de 2017 en nombre de la familia. Entre los miles de personas presentes estaba, nada menos, que el mismísimo Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau. La ceremonia comenzó con una tradicional canción judía y luego con una sobre el Holocausto cantada por Alex. Conmocionante.

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