Ángel Montiel: El huracán Maduro

En esta nueva temporada de huracanes hay que destacar uno en particular que es bien poderoso y que viene arrasando en el país entero, con la máxima categoría 5 con vientos de 252 km/h. Y a diferencia de otros, tiene dos nombres que cuando la gente los oye, los rechaza de inmediato.

Nada más y nada menos que el huracán Nicolás Maduro. Así podría llamársele al hombre que asumió el poder en el año 2013 y se mantiene hasta ahora bajo un esquema de opresión tutelado por los dictadores cubanos.

Este terrible ciclón provocó una hiperinflación en el 2017 de la cual todavía el país está dando unos tímidos pasos para recuperarse. Algo nunca visto en Latinoamérica, pero es un fenómeno socioeconómico perverso que destruye todo a su paso.





Al menos ya se salió de la hiperinflación, pero la inflación sigue como esos vientos huracanados que golpean y golpean sin cesar. 

Por supuesto que las marejadas mortales no son otra cosa que la pobreza que experimentan los venezolanos.

El huracán Nicolás Maduro es un hecho ineludible y lo vemos cuando tenemos un país totalmente dolarizado y además con una conversión perversa porque el precio de la moneda extranjera lo ponen a su libre albedrio los empresarios, los pequeños comerciantes y todos en general, y ese dólar varía todos los días. Por supuesto, hacia arriba.

Se mueve cual marejada ciclónica impactando en los bolsillos de la familia, destruyendo los escasos y devaluados bolívares venezolanos.

Y lo peor todo es que no hay visos de que este ojo del huracán Maduro pueda disiparse porque con una oposición totalmente descontrolada, descuadrada, dispersa, es difícil buscar una alternativa que permita cerrar de una vez ese capítulo del régimen de Maduro. 

Pero hay también que recordar lo siguiente que el huracán Maduro no llego solo. Se formó y se fortaleció durante el gobierno del extinto Hugo Chávez, que es el padre todas esas tormentas y huracanes que han azotado al país. El gran padre de las grandes calamidades que han llevado a una nación rica y estable como Venezuela, donde prevalecían las libertades económicas,  a ser un país del quinto mundo o, mejor dicho, del quinto infierno.

Nada ha escapado a este desastre humanitario.  El régimen nada hace por la gente. No mueve un solo centímetro de cemento que se necesita para solidificar el gran edificio que se llama Venezuela. La gente huye y huye sin cesar. Gente buena pero también mucha gente mala.

Ese huracán Maduro es el causante de que millones de venezolanos sigan saliendo del país superando a los emigrantes de Siria una nación en guerra, pero en Venezuela, aunque no hay guerra, lo que si hay es éxodo a granel, y en eso somos los primeros en América Latina un lugar nada prodigioso de la cual debamos alardearnos.

En conclusión: El país está en ruina y unas ruinas tormentosas. Es difícil no repetirlo y suena inadecuado, pero es la gran verdad. ¿Quién va a cerrar ese capítulo del huracán Maduro ?

Esa es la gran pregunta por contestar. Creo en lo personal que ya Juan Guaidó cumplió su ciclo, pero no se ven signos de que alguien lo pueda reemplazar o que surja una alternativa democrática válida a unas próximas elecciones presidenciales establecidas en la Constitución pero que pueden hacerse o no hacerse de acuerdo a la arbitrariedad o a las santas ganas de Miraflores.

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