Vayamos directo al grano. Los refugios para esperar colectivos tienen fama. De ser feos, sucios y poco acogedores. Esas estructuras frías atraen a los que quieren dejar sus marcas en ellas. O bien con graffitis o bien destruyéndolas.
Por: Clarín
Pero hay una parada de colectivos, en un pequeño pueblo inglés, que es única. El lugar se llama Walkhampton y tiene 850 habitantes. Ese refugio también había sufrido los ataques de los vándalos, pero un artista misterioso/a lo transformó en un hermoso salón. Lo arregló a full colocando sillones, almohadones, plantas y cuadros.
Son los pequeños toques los que transforman una casa, o una parada de colectivos, en un cálido y acogedor lugar. Con detalles de exquisito gusto han cambiado esta parada de colectivos: una rosa roja, un candelabro de categoría y hasta una canasta con chocolates para el día de San Valentín. ¿Hombre o mujer el que se tomó esta maravillosa tarea?
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