Daniel Ortega usa la colaboración militar rusa para controlar a sus Fuerzas Armadas

Daniel Ortega usa la colaboración militar rusa para controlar a sus Fuerzas Armadas

El presidente ruso, Vladímir Putin habla con Daniel Ortega, durante una visita a Managua. Reuters

 

 

La televisión rusa lo anunció con mucho ruido, presentándolo como una jugada maestra en la estrategia del Kremlin: mientras Estados Unidos y sus aliados intentan cerrar el cerco sobre Rusia, el 14 de junio la Asamblea Nacional de Nicaragua, donde el sandinismo orteguista cuenta con mayoría absoluta debido a los sucesivos fraudes electorales, aprobó la autorización para que varios cientos de soldados rusos estén estacionados en el país centroamericano en misiones de entrenamiento de tropas y colaboración en diversas operaciones.





Por Emili J. Blasco | ABC

En realidad no es ninguna novedad, pues casi ininterrumpidamente, desde 2012, cada medio año se renueva la autorización de presencia de tropas rusas. Además, el Gobierno de Daniel Ortega acordó en 2013 con el Kremlin un convenio para el entrenamiento de policías y la instalación en Managua de una estación de Glonass (el servicio de geolocalización satelital ruso), cuyo secretismo hace sospechar que sirve también como centro de inteligencia. En 2016 se produjo un salto en la presencia rusa, con la autorización en turnos rotatorios de hasta 460 efectivos rusos, en su mayoría ubicados en la base militar que las Fuerzas Armadas de Nicaragua tienen en Puerto Sandino, en el litoral pacífico.

La colaboración con el Ministerio de Defensa soviético fue estrecha durante la revolución sandinista (1979-1990). Al terminar esta y abrirse el periodo democrático, la cooperación no se eliminó del todo porque el material bélico comprado a Moscú requería la periódica presencia de técnicos y mecánicos para el mantenimiento de helicópteros, aviones y vehículos blindados, pero quedó limitada a ese aspecto comercial de «posventa».

Sin embargo, Daniel Ortega ha ido descansando cada vez más en el apoyo militar ruso a medida que ha acelerado la supresión de las libertades. Y sin tener ya que guardar las formas, la última renovación de la autorización para la presencia de tropas rusas –y de otros países como Cuba y Venezuela– parece indicar un salto cualitativo, orientado a tomar el control de unas Fuerzas Armadas que hasta ahora Ortega no dominaba del todo.

Cientos de rusos

El último decreto detalla más que otros previos las múltiples tareas que realizarán los rusos. Aunque también deja la puerta abierta a la colaboración con Estados Unidos, en un programa que sea «previamente planificado y coordinado con el Ejército de Nicaragua», se trata de una mención que diríase de distracción, pues todo lo que especifica el decreto se refiere solo al despliegue de las tropas rusas (y venezolanas, a las que genéricamente se atribuyen las mismas funciones). El decreto también prevé, sin más detalles, la presencia de efectivos de Cuba, México y países centroamericanos en «intercambios y labores de carácter humanitario».

En cuanto a los rusos, se estipula el ingreso de tropas, naves y aeronaves para participar en operaciones contra el delito en el mar Caribe y en el Pacífico, lo que podría alcanzar los 230 efectivos. También contempla el ingreso de forma rotatoria de 80 militares rusos para participar con el cuerpo de élite del Ejército nicaragüense en un «intercambio de experiencia y ejercicio de adiestramiento en operaciones de ayuda humanitaria», así como el de otros 50, igualmente de manera rotatoria, para participar con las Fuerzas Naval y la Aérea nicaragüenses, así como con el Cuerpo de Transmisiones, en «labores de entrenamiento y lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado transnacional».

Dominar al Ejército

Si bien esa presencia militar rusa no es nueva –ya meses atrás la propia Embajada rusa en Managua le daba un «carácter permanente», advirtiendo que aviones y buques rusos «continuarán llegando a Nicaragua»–, algunas fuentes apuntan a un salto cualitativo en sus funciones. Ortega estaría realizando un esfuerzo por controlar de modo definitivo unas Fuerzas Armadas que en gran medida se han mantenido al margen del régimen.

También Hugo Chávez tardó unos años en ‘bolivarianizar’ las Fuerzas Armadas de Venezuela; lo hizo una vez controló los otros resortes del poder. Después, Nicolás Maduro pudo echar mano directamente del Ejército para masacrar las masivas manifestaciones opositoras. Hasta ahora, Ortega ha contado solo con la Policía, a cuyo frente puso a su consuegro, para disparar y matar manifestantes; prefirió no utilizar el Ejército porque este podía volverse en su contra. Pero ahora parece seguir el proceso de Chávez: si este puso a cubanos en labores de contrainteligencia militar para socavar la resistencia en los cuarteles, Ortega estaría maniobrando con rusos, venezolanos y cubanos (diversificar le permite no quedar en manos de ningún país) con ese mismo objetivo.