Por qué es incorrecto que los humanos se sientan superiores a los animales

Por qué es incorrecto que los humanos se sientan superiores a los animales

Sería bueno que nos consideráramos de una vez por todas lo que somos, tan solo unos “monos desnudos” (sin pelo) con distingos competitivos interesantes en lugar de definirnos como pretendidos seres superiores (AFP).

 

Los seres humanos, quizás por nuestras raíces culturales o tal vez por ser los que tenemos la capacidad de ser los únicos capaces de escribir la historia, nos ubicamos (o alguien nos ubica) en la cúspide de la pirámide jerárquica de la naturaleza.

Sin embargo, sería bueno que nos consideráramos de una vez por todas lo que somos, tan solo unos “monos desnudos” (sin pelo) con distingos competitivos interesantes en lugar de definirnos como pretendidos seres superiores.





Nuestra anatomía, las habilidades adquiridas en función de las posibilidades biológicas de nuestro acervo evolutivo, la vida de relación, los inventos, la vocación artística o inclusive nuestras fantasías pueden hacernos creer que esas diferencias nos hacen tan distintos al resto de animales que existe la posibilidad de creemos superiores. Pero eso no es así.

Al analizar las diferencias surgen capacidades propias que nos permiten sentirnos felices por su existencia, pero de ningún modo plantearnos por eso superioridad alguna. Los seres humanos hablamos. Ningún animal lo hace con la palabra articulada y un significado concordante con un significante anclado en el cerebro.

Los simios, nuestros parientes más cercanos, no son capaces de utilizar el lenguaje articulado para comunicarse. Para encontrar las razones debemos hurgar en la estructura de nuestro cerebro y en otras partes de nuestra anatomía como la laringe preparada para hacerlo.

 

Casi ningún animal ostenta nuestra forma erguida de caminar (REUTERS)

 

Nuestra capacidad para usar el lenguaje se ubica en el hemisferio izquierdo, específicamente en dos áreas: el área de Broca (asociada a la articulación del habla) y el área de Wernicke (asociada a la comprensión, el significado de lo que decimos), no halladas en ningún otro animal.

Otro distingo muy importante es que casi ningún animal ostenta nuestra forma erguida de caminar. Nuestro modo de caminar es muy útil porque libera nuestras manos para el uso de herramientas y para tomar alimentos desde otra perspectiva mientras caminamos que, en definitiva, es lo que ha permitido el gran desarrollo en paralelo de nuestro cerebro.

La aparente carencia de pelo podría ser otra diferencia, pero está comprobado que, aun teniendo la misma cantidad de folículos pilosos por unidad de superficie que un chimpancé, los humanos tenemos pelos más delgados, cortos y claros que la mayoría de los primates, lo que hace que soportar estar desnudos nos cueste más en cuanto a inclemencias climáticas se refiere.

Siguiendo dentro del campo de las diferencias y similitudes observemos que los seres humanos no son los únicos animales que poseen pulgares oponibles, ya que otros simios también los tienen. Lo que hace que seamos únicos es cómo podemos llevar nuestros pulgares a lo largo de la mano hasta los dedos anular y meñique. Dicho de otra manera, nuestros pulgares oponibles son mucho más largos que los de otros primates lo que facilita la fuerza y firmeza del agarre de herramientas y frutos.

Poder manejar el fuego a voluntad, por parte del ser humano, ha sido una diferencia favorable que nos permitió poder ver en la oscuridad y defendernos de los depredadores. Todo eso fue garantizó mucho mejor la supervivencia de la especie.

Por otra parte, los seres humanos tenemos infancias muy largas y protegidas comparativamente con muchos animales. La explicación parece estar en nuestros grandes cerebros y su elevado número de neuronas corticales ya que otros animales con un esquema y estructura semejante, como algunas aves y mamíferos, también tienen una infancia larga y una longevidad extensa.

Hasta aquí algunas diferencias, sepamos honrarlas respetando otras formas de vida expresadas en el contexto natural.