Putin, en la intimidad: molesto, frustrado y peligroso

Putin, en la intimidad: molesto, frustrado y peligroso

El presidente ruso, Vladimir Putin, asiste a una reunión con el gobernador de San Petersburgo en el Kremlin de Moscú el 1 de marzo de 2022. (Foto de Alexey NIKOLSKY / SPUTNIK / AFP)

 

«Esta guerra no fue provocada. Fue una elección de alguien que está ahora refugiado en su búnker. Y sabemos qué ocurrió con la persona que se refugiado en su búnker de Berlín en mayo de 1945». Son palabras de Sergii Kislitsia, embajador de Ucrania ante la ONU, en su discurso del lunes durante la Asamblea General.

Por abc.es





El diplomático trazaba una comparación evidente entre Vladimir Putin y Adolf Hitler, dentro de la agresividad retórica que Kislitsia ha utilizado en los últimos días, mientras su país sufría la artillería rusa («no hay purgatorio para los criminales de guerra, van directamente al infierno», le dijo a su colega ruso, Vasili Nebenzia).

El símil no se sostiene en lo militar

-el ejército nazi se descomponía en la primavera de 1945 y Putin goza de superioridad abrumadora frente a Ucrania- pero sí tiene más entidad en lo personal: desde el Kremlin se percibe un presidente enfadado, frustrado, cada vez más aislado y peligroso. E incluso se debate sobre su estabilidad mental.

Putin ha sido siempre valorado -y temido- por ser un líder frío y calculador, que no muestra sus emociones y que ejecuta sus planes con cálculo y efectividad. La invasión de Ucrania está mostrando una cara diferente.

Bronca y rabia

La Inteligencia de EE.UU. tiene un acceso cercano ahora mismo a Putin y a sus decisiones. Ha quedado demostrado en los últimos meses en el seguimiento al pie de cada movimiento de sus tropas en las regiones fronterizas con Ucrania y en la anticipación de sus planes de invasión. Pese a que Moscú lo negara hasta la saciedad, la Inteligencia estadounidense -que después desclasificó de forma regular para tratar de disuadir a Putin- acertó.

Esa misma Inteligencia asegura que Putin es un líder frustrado por la marcha de la invasión de Ucrania, que avanza a un ritmo menor del esperado en un principio, con mayor resistencia del Gobierno de Kiev. Esos informes registran cambios de comportamiento en el presidente ruso y aseguran que se han producido episodio de rabia y broncas con sus subordinados, según aseguraron fuentes oficiales a la cadena NBC, algo que no es habitual en Putin.

El retrato concuerda con la mayor agresividad mostrada en público de manera reciente por Putin, como la humillación a su jefe de Inteligencia exterior, Sergei Narishkin, en una reunión del Consejo de Seguridad del Kremlin, o la vehemencia del discurso de la semana pasada en el que Putin defendió la invasión y llamó a los dirigentes de Kiev «banda de drogadictos y neonazis».

«Ya no es el dictador de sangre fría y claridad mental que era en 2008», ha defendido John Brennan, el que fuera director de la CIA.

Un factor decisivo ha podido ser la pandemia de Covid-19. Putin ha extremado al máximo las medidas de seguridad para no contagiarse y ha minimizado su contacto con el exterior. Algunas apariciones públicas con líderes extranjeros -como Emmanuel Macron- y nacionales -con la cúpula militar esta misma semana-, sentado en mesas kilométricas que han sido carne de ‘memes’ en redes sociales, tienen que ver con esa aprensión.

«Se ha aislado, ya no está mucho tiempo en el Kremlin», ha dicho el senador Mark Warner, que presiden el comité de Inteligencia de la Cámara Alta de EE.UU. «Cada vez recibe menos información, y la que recibe proviene de sicofantes».

«Hay una emoción visceral evidente en las cosas que ha dicho en las últimas semanas para justificar la guerra en Ucrania», ha dicho Fiona Hill, experta en Rusia y miembro del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. con las Administraciones Bush y Obama, en una entrevista con ‘Politico’. «Antes era más cínico y calculador».

Planes que fallan

A Putin se le podrían acumular los problemasuna invasión militar enquistada, protestas en su país contra la guerra y sufrimiento de los rusos por las sanciones militares, que acabarán por culparle a él.

«Me preocupa que esté contra la pared», dijo Warner. «Me preocupa que no tenga una salida fácil». En ese contexto de debilidad es cuando Putin puede ser de verdad peligroso. «Su legitimidad está construida en la imagen de un líder fuerte que volvió a hacer de Rusia una superpotencia tras los desastres de los años noventa», ha defendido en Twitter el senador Marco Rubio, que también está en la comisión de Inteligencia. «Con la economía destrozada y el ejército siendo humillado, las únicas herramientas para restablecer el equilibrio de poder con Occidente son los ciberataques y las armas nucleares». Hill aseguró en la misma entrevista que no duda de que Putin considere su uso: «Sí, lo haría».

Esto último es la gran preocupación, en medio de especulaciones sobre la salud mental de Putin. La Casa Blanca, a través de su portavoz, Jen Psaki, no ha querido comentar en público la estabilidad mental de Putin. «Pero su retórica, sus acciones y las justificaciones que utiliza son muy preocupantes», reconoció.