Enrique Prieto Silva: La militarización de la Guardia Nacional (II)

Enrique Prieto Silva: La militarización de la Guardia Nacional (II)

En nuestra entrega (I) referimos que los venezolanos, en gran mayoría, piensan que el estatus del guardia nacional como militar es lo que le ha dado su poder y fortaleza institucional, sin pensar, que ese estatus militar y ubicación como órgano y parte de las fuerzas armadas, es lo que le ha generado su conducción desequilibrada y fuera de los parámetros que orientaron su creación y fundamento institucional. 

Indicamos que, desde su fundación, fue su dedicación y valor desprendido, creado en cada uno de sus integrantes, cumpliendo sus llamados servicios específicos y el apoyo a los otros entes de la Administración pública en múltiples actividades llamadas de cooperación, como policía administrativa y auxiliares de la justicia, lo que le permitió demostrar a los conciudadanos, que todos eran resplandor para el brillo de su divisa: ¡El honor! Ese honor que representa: dignidad, decoro, distinción, honradez, conciencia, decencia, título y honestidad. 

Al final de esa entrega referimos, lo que hacemos hoy, de contestar, ¿Cuándo, cómo y por qué se inició la militarización de la Guardia Nacional?, entendiendo que es difícil exponerlo sin chocar con opiniones adversas, inclusive, contradictorias. Sin embargo, iniciamos refiriendo algo que nos remonta al porqué fue creada esta institución hoy militarizada, que fue criticada por muchos, considerando que era otra “fuerza” de tierra, que chocaba sin sentido, con la existencia del Ejército; obviamente, es un pensar que ingresa al concepto de la Guardia Nacional militarizada. 





No obstante, antes de responder la pregunta, debemos complementar por qué fue creada la Guardia Nacional, yéndonos al año 1937, cuando por idea de Don Rufino Blanco Fombona (poeta, escritor y diplomático venezolano), sugiere al General Eleazar López Contreras, crear un Cuerpo semejante a la Guardia Civil Española, con el fin de dar fuerza y eliminar el desprestigio que tenía el Ejército, (“quitarle las funciones sucias que cumplía en el control de vagos y maleantes, mendigos, borrachos, prostitutas, mercados, puertos, aduanas, etc.”), a partir de entonces, según el decir de historiadores venezolanos, “…el siglo XX se caracterizó por el influjo de una realidad pretoriana, cuyo pivote central fue la consolidación de un ‘efectivo ejército nacional’ que, actuando al amparo de su disuasivo poder de fuego, como un ente corporativo, fue capaz de imponer su criterio en cuanto al manejo de la institucionalidad política.”

De acuerdo con el esquema planteado, las relaciones civiles-militares en Venezuela se enfatizaron en analizar las características del ejército legado por Gómez, afirmando que el pretorianismo arraigado en sus filas tuvo dos formas de expresión progresiva: pretorianismo potencial y pretorianismo actuante; y, tras veintisiete años con la jefatura del “hombre fuerte”, el ejército nacional aparece sólidamente estructurado en todo el territorio nacional. 

Atrás había quedado la época de las huestes caudillezcas y las guerras intestinas que asolaron al país durante buena parte del siglo XIX, en adelante el monopolio de la violencia fue asumido íntegramente por el Estado a través de su moderna y operativa maquinaria militar. Pero no sólo se trataba de sojuzgar las viejas formas de hacer política, sino de institucionalizar una fuerza con suficiente calificación profesional para sostener un régimen que le proporcionaba un notable margen de maniobra dentro de las instancias de toma de decisiones políticas del Estado. No obstante, continuaba el Ejército en el ejercicio de las mencionadas “funciones sucias”, que fueron pasadas a la Guardia Nacional.

No obstante su mando, la Guardia Nacional dependía del ministerio de Relaciones Interiores y con ella se inició el servicio de policía en Venezuela, integrando el Servicio Nacional de Seguridad, para el mantenimiento del orden público y el resguardo de las fronteras. Su leve militarización comienza, cuando se le pone dependiente del ministerio de guerra y marina en el control del armamento y su mando a cargo de un oficial superior del Ejército. Así, a tenor de lo establecido en la reformada Ley Orgánica del Ejército y la Armada (posterior LOFAN), como un servicio de las fuerzas activas del Ejército, y en tiempo de paz, funcionaba como una dependencia del Ministerio de Relaciones Interiores, de quien tenía su dirección y empleo, correspondiendo su organización, instrucción y armamento al entonces Ministerio de Guerra y Marina.

También es de recordar, que luego de los golpes de estado en 1946 y 1948, a raíz de algunas disidencias entre los mandos del Ejército y la Guardia Nacional, se pasa ésta al control militar, lo que se consolida con el decreto ejecutivo de 1946 que crea a las FUERZAS ARMADAS DE COOPERACIÓN, cuyo esfuerzo estaría dirigido al apoyo de las Fuerzas Militares (Ejército, Marina y Aviación) y de a las Fuerzas Armadas Policiales (Organización que nunca fue implementada). 

Desde 1958 fungió como Fuerza, con autonomía administrativa y operacional. Situación que fue ratificada jurídicamente, al contemplarla, al igual que a la Aviación, como Fuerzas independientes y autónomas en la reforma de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas promulgada el 26 de Septiembre de 1983; no obstante, su militarización radical se consolida en 1999, cuando por la idea de Chávez de eliminar a la Guardia Nacional, se le incluye como un componente de la recién creada Fuerza Armada Nacional, considerada como un adefesio institucional, que lamentablemente constitucionalizada, acaba con la trayectoria patriótica de las anteriores Fuerzas Armadas Nacionales. 

En la próxima entrega complementaremos este proemio y expondremos lo propuesto en 

(III) Consecuencias sociales, políticas y de seguridad en la militarización de la Guardia Nacional. 

@Enriqueprietos