Carlos Ochoa: Liderazgo emergente urgente

Carlos Ochoa: Liderazgo emergente urgente

Pocos dudan que el descontento y el desencanto con Maduro y su gobierno constituya una mayoría aplastante que ronda o supera el 80% según sondeos de opinión recientes, en esos mismos estudios los principales dirigentes políticos opositores casi alcanzan el porcentaje negativo de Maduro y los partidos que están por los suelos. El país está enviando un mensaje que no ha sido atendido, un mensaje sin destino por ahora.

   La mayoría de los venezolanos de 2021  no se sienten representado por los partidos ni dirigentes políticos actuales, eso se debe a que la situación va para peor y ninguno de los dos polos ha solventado ni ofrece soluciones concretas para superar la descomunal crisis que padecemos. 

El Acuerdo de Salvación Nacional presentado por Guaidó y el Frente Amplio, si no logra en las negociaciones de México un cronograma de elecciones generales está destinado a apuntalar a Maduro en el poder hasta el 2024, la participación en las regionales que parece casi segura, a pesar de la resistencia inicial de Guaidó y Voluntad Popular por lo que significa para la Presidencia Interina, en mi opinión es una inconsistencia estratégica que puede convertirse en un desastre, no por los resultados que se obtengan, sino por la indiferencia que un grueso sector del electorado puede concretar, al no sentir emoción en ir a votar por los candidatos de Maduro ni tampoco por los de la oposición, vayan o no en unidad. Ya vimos la escasa afluencia de votantes en las primarias del PSUV  y la crisis interna que se observa en ese partido,  con la renuncia del gobernador de Aragua y la  Alcalde del Municipio Libertador de Caracas.





Estos síntomas pueden indicar que la polarización política en Venezuela llegó a su fin y ninguno de los extremos logró un desenlace positivo ni convertir al otro en polvo cósmico,  como amenazó Chávez en más de una oportunidad, el chavismo madurismo porque arruinó al país y se sostiene por el apoyo de la Fuerza Armada y países que tienen intereses geopolíticos en la región y la oposición porque no ha logrado su propósito de desalojar del poder a Maduro y con cada día que pasa se percibe más confundida y posiblemente con menos apoyo internacional.

Ahora bien, si es correcto que la polarización política no representa la mayoría y esta se encuentra en una tierra de nadie, la lógica histórica indica que ese vacío va a ser llenado por un relato alternativo, un liderazgo emergente que puede venir de dirigentes conocidos o no, que presenten un relato que interpele el presente con propuestas coherentes, concretas, que se deslinden del populismo de izquierda y derecha, que ha acompañado los discursos ideológicos de las organizaciones políticas venezolanas desde 1958 hasta el presente. 

Concurrir a unas elecciones con los relatos tradicionales de una democracia normal cuando esta no existe, ofreciendo mejorar servicios como la salud, la seguridad o la educación en un estado  centralizado que ya tiene solucionado ese tema con la implantación del estado comunal y las administraciones militares a través de los Zodis y Redis es una ilusión, en todo caso el relato  apropiado para el momento político debería centrarse en la defensa de la descentralización y presentar a los candidatos como  líderes de la resistencia al régimen, pero la cosa no va por ahí, en el PSUV el dedo de Maduro y el de Diosdado se repartieron los cargos y en la oposición el tema de la unidad es un asunto de cogollos partidistas e intereses subalternos. 

Sin importar los resultados de las regionales, el liderazgo emergente que asuma el ataque a la centralización del proyecto de dominación militarista del estado comunal, que también pretende rendir a las universidades entre otros objetivos, será probablemente el que rescate de las garras del comunismo no sólo a un municipio o un estado sino a todo el país.