Cahokia, la megaciudad perdida de Estados Unidos fundada para “fiestas salvajes”

Cahokia, la megaciudad perdida de Estados Unidos fundada para “fiestas salvajes”

Setenta de los montículos originales de Cahokia son considerados Patrimonio Mundial de la Unesco.

 

Apiádense de los organizadores de las fiestas salvajes de Cahokia. Hace mil años, este asentamiento de la cultura misisipiana, ubicado cerca de la moderna ciudad estadounidense de San Luis, Misuri, era famoso por sus festejos, que duraban días.

Por BBC

Multitudes colmaban el espacio en las plazas, mientras bebidas llenas de cafeína pasaban de mano en mano. La gente gritaba sus apuestas mientras los atletas arrojaban lanzas y piedras.

Los cahokianos festejaron con desenfreno: tras excavar en sus antiguos pozos de desechos, los arqueólogos encontraron 2.000 cadáveres de ciervos de un solo festín social. La logística debió haber sido asombrosa.

Algo faltaba en la ciudad

Las cosas están más tranquilas durante estos días en Cahokia, ahora un lugar sereno bajo la protección de la Unesco.

Pero los imponentes montículos de tierra insinúan el legado de la ciudad precolombina más grande al norte de México.

Se trató de un sitio cosmopolita de lenguaje, arte y espiritualidad. La población de Cahokia podría haber llegado a las 30.000 personas en su punto álgido, en el año 1050; convirtiéndola así en mayor de lo que era, en ese entonces, París.

Pero Cahokia es diferente a otras ciudades antiguas.

 

Pero es lo que no tenía lo que hace sorprendente a Cahokia, escribe Annalee Newitz en su reciente libro Four Lost Cities: A Secret History of the Urban Age (“Cuatro ciudades perdidas: una historia secreta de la era urbana”).

La masiva ciudad carecía de un mercado permanente, echando por tierra la vieja suposición de que el comercio es el principio vertebrador de la urbanización.

“Cahokia era realmente un centro cultural más que un centro comercial. Todavía me deja atónito. Me sigo preguntando: ¿dónde comerciaban?, ¿quién estaba ganando dinero?”, señala Newitz.

“La respuesta es no. No fue por eso que construyeron ese espacio”.

 

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