William Anseume: Matrimonio igualitario

William Anseume: Matrimonio igualitario

Por estos días, entre tanto barullo militar y civil, en un país que no descansa ni del Coronavirus, ni del régimen del terror, siquiera en Semana Santa, se aviva la polémica acerca del matrimonio igualitario. Tema al que llegaremos tardíos para su aprobación en contra de rencores machistas, tabúes por doquier, hipocresía y ortodoxia eclesiástica que resume todas las características anteriores.

La verdad no hemos sido pioneros en atender este problema de tanta importancia social y política por los frenos religiosos y los límites que imponen los comunistas rusos tanto como sus seguidores rojos en Venezuela. Estos orates (los rusos que “gobiernan”) se opusieron hasta a la más reciente aprobación del pago de prestaciones de los esposos homosexuales dentro de la propia ONU que, como sabemos, ha sostenido y ha venido librando una lucha fundamental por los derechos humanos de las personas LGBTI. En ese sentido (también en algunos otros) hay que aplaudir las posturas de Michell Bachelet.

Nuestra Constitución no deja de ser contradictoria; también condensa esa carga de hipocresía machista que nos caracteriza legal mas no tanto socialmente. Por un lado exalta principios como la igualdad, la libertad, el libre desarrollo de la personalidad, la no discriminación, la protección de la vida privada, pero por otro solo reconoce y protege el matrimonio de un hombre y una mujer, así como el concubinato entre seres de sexo opuesto.





El matrimonio, como sabemos, es un contrato, por tanto producto de la sociedad civil, la iglesia nada tiene que ver en esto, aunque célebre su sacramento con bonitos atuendos. Nadie pide que los LGBTI se casen por la iglesia, por Dios. El sacramento del matrimonio data del siglo XIII, mientras la homosexualidad es mucho más antigua. Probablemente desde el día en que dos hombres y/o dos mujeres se vieron de frente.

Repito: llegaremos tarde como país, en su desarrollo social y en la protección de la exclusion, de la marginación, de la represión, de la libertad individual, de estos derechos humanos, a la cita donde naciones de todos los continentes ya están situados sin lesión alguna al proteger a sus ciudadanos legalmente. Ecuador, Costa Rica, Colombia, Argentina, Brasil y buena parte de México nos llevan la delantera en América Latina. Canadá y los EEUU. Casi toda Europa. Taiwán y Sudáfrica. Más de 30 países. Y nosotros resagados en derechos, por estar sitiados por comunistas pro rusos. Por seguir pautas religiosas que no van a cambiar por más que todos los religiosos, católicos esencialmente, se conviertan a la homosexualidad como practicantes.

Lo que sí sería inadmisible, absurdo, sería darle a la Asamblea Nacional espuria algún reconocimiento y validez por asumir la bandera multicolor para darse alguna legitimidad. Pero eso no va a ocurrir muy probablemente por su compromiso político-económico con los rusos. Solo por eso. La libertad individual deberá ser defendida y establecida cuando se consiga la libertad general, la del país. Así, habrá que seguir la lucha en todas sus vertientes, incluido el indispensable matrimonio igualitario por más “minoría” que constituyamos quienes lo defendemos.