Jesús Peñalver: La plasta sigue en dos pilitas

Jesús Peñalver: La plasta sigue en dos pilitas

La plasta sigue en dos pilitas
“Es fuente de la luz, un libro abierto…”
Elías Calixto Pompa

 

Vuelve el hampa por sus fueros. Con togas, birretes, medallas y martillos. Disfrazados de juristas, oradores o tribunos. Encubiertos, encapuchados, maltratando el estado de derecho, usando el andamiaje jurídico para destruir las instituciones, sonriéndole al amo y cobrando la paga. El juego sucio sigue, mientras la democracia o lo que queda de ella sufre los incesantes ataques de la peste.





La plasta sigue en dos pilitas. Vuelve la UCV a sufrir los destrozos en su cuerpo y alma; su autonomía agredida y amenazadas sus autoridades. Otra acción “judicial”, realmente vil, divorciada del derecho y de la justicia, malévola desde su concepción hasta su brutal aplicación. Pistoleros judiciales como en otrora en Llaguno.

Volvió la sombra del espanto a sabiendas de que siempre será vencida por el conocimiento y la luz que da el saber.

Los que hoy agreden a la UCV son de la misma calaña de los que, en los años sesenta del siglo pasado, la usaron de guarida y guarimba para agredir a la incipiente democracia.

 Muchos altos funcionarios gobierneros,  deben verse en ese pésimo espejo que hoy refleja un espectáculo antijurídico y criminoso que afecta la institución universitaria y sus atributos.

Ya la UCV ha sido agredida en sus instalaciones físicas de valor histórico, arquitectónico y cultural, y lastima el sentir venezolano.

Sentimos este ataque “judicial” en carne propia, pues al  referirme al desagradable momento cuando me enteré del fallo delirante, tengo en mi mente y palpita mi corazón por mis hijos que allí cursan estudios, practican deporte, se alimentan o alimentaban en su comedor, asisten a la biblioteca en fin, viven el día a día en sus instalaciones.

Impotencia, pena propia y ajena vergüenza por el triste espectáculo, donde el tufo a impunidad es insoportable, y no podemos dejar de sospechar sobre la posible complicidad de todos aquellos que, habiendo egresados de sus aulas, hoy aplauden airosos o desde su cómplice silencio,  respaldan la sentencia que da al traste con la institución universitaria. 

Es el hampa armada y desalmada, al parecer con impunidad garantizada. No son tribunales, sino salas de ejecución. No son jueces, sino verdugos al servicio de la trampa que nos desgobierna. No es justicia, ¿cómo la va a ser?… es el servilismo del más detestable que haya habido alguna vez en Venezuela.

Despreciables sujetos,  nerones de pacotilla de ideas explosivas y planes diabólicos. Ni de lejos un Justiniano.

Ojala alguien pueda explicarles que estas acciones no podrán nunca dirimir las diferencias que puedan existir con el modo cómo se gerencia la Universidad en Venezuela, ni las asimetrías salariales de sus profesores respecto a funcionarios del alto y medio gobierno –por llamarlo o categorizarlo de algún modo-  o con relación a cualquier situación afecte la autonomía que le es propia.

Nada más antidemocrático y antilibertario que la intolerancia, la violencia y el afán violento de destrucción e imposición del pensamiento. Aunque se haga, se vista o se disfrace de legalidad y de legitimidad. 

Cuando vuelva la democracia, ya habrá que recomponer el sistema judicial, hoy convertido en un bodrio. Por esto último me llamarán iluso, quijotesco o romántico, pero hoy, precisamente hoy, debemos abogar por el cese de la usurpación, esa que no se detiene en su siniestro afán por acabar con el país.

Muy mal vistos los personeros del “gobierno” y el propio usurpador, apareciendo en los medios denostando a las autoridades universitarias y a la propia Universidad como institución.

Yo les recomiendo a los chavistas, cómplices de la peste, se inscriban en la universidad, de modo que su  bruma sucumba ante la ilustración y reciban en alguna medida, la enseñanza y la educación que allí se imparte.

Que entienda el ilegítimo y su séquito obediente, que la Universidad sirve como vehículo para que las personas salgan de la oscuridad; que un individuo ilustrado por la universidad, en este caso la UCV, debe ser una persona que ama la libertad, independencia, pluralidad, opuesta al autoritarismo y el servilismo.

Sería bueno ver a quienes hoy ocupan o han ocupado posiciones de gobierno, que otrora fueron dirigentes estudiantiles, y conocer  ¿qué piensan hoy acerca de estas acciones violentas, vestidas de fallo judicial?  

Lo que verdaderamente se requiere, hoy más que nunca, es que la UCV y su gente sean defendidos de verdad. La sombra puede cultivarse, solo si se le da la vecindad del alma, y los malandros no la tienen. 

Jesús Peñalver