Lo bueno, lo malo y lo aterrador de las medidas económicas de Nicolás Maduro

Lo bueno, lo malo y lo aterrador de las medidas económicas de Nicolás Maduro

  Fotografía de afiches gigantes con la imagen del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez (i), el presidente Nicolás Maduro (d), y el logo de la criptomoneda Petro  en un edificio de Caracas (Venezuela) EFE/Miguel Gutiérrez

 

Luego de cinco años de desastres económicos, con millones de emigrados y miles de fallecidos por desnutrición o enfermedades curables, Nicolás Maduro parece empezar a comprender que la inflación la provoca la emisión monetaria y el déficit fiscal. También arroja por la borda el nefasto control de cambios impuesto por Hugo Chávez hace 15 años. No obstante, lanza a continuación una bomba atómica hiperinflacionaria sobre lo que queda de la economía venezolana. Ha entrado en la etapa del ensayo y el error con terribles consecuencias humanas, publica Al navío.


Por Pedro Benítez (ALN)





¿Lo bueno?

Al fin Nicolás Maduro admite, luego de un lustro de sistemática destrucción económica, que el déficit fiscal y la emisión de dinero sin respaldo son la causa de la continua subida de precios en Venezuela y no la ficticia “guerra económica”.

También acepta, sin decirlo abiertamente, el fracaso de la política de restricción cambiaria sostenida desde 2003. Legaliza el mercado paralelo del dólar al establecer un cambio único en seis millones de bolívares por la divisa norteamericana para fijar el precio inicial de la unidad de cuenta que denomina petro. Más o menos la misma cotización que ofrecen las tan cuestionadas páginas web a las que los venezolanos han recurrido por años para darse una idea del valor de cambio internacional del bolívar, huyendo así de los cambios oficiales.

Si estuviésemos hablando de un adicto (en este caso a la ideología) podríamos decir que está dando un primer paso para admitir su problema.

¿Lo malo?

Pero hasta allí llegan los buenos deseos, porque luego de prometer eliminar el déficit fiscal y la emisión de dinero inorgánico, aprueba aumentar los impuestos sobre una economía que cada vez produce menos y a la que cada vez le cuesta más producir, incluso petróleo. El Impuesto al Valor Agregado (IVA) pasa de 10% a 16% para bienes suntuarios (no se especifica cuáles), cambia la periodicidad de la recaudación de quincenal a semanal, establece anticipos al Impuesto Sobre la Renta (ISLR) de 1% y 2% mensual y un Impuesto para Transacciones Financieras hasta 2% para contribuyentes especiales.
Todo esto acompañado de su propuesta estrella: anclar los precios y salarios al fantasmagórico petro en el que Maduro ha puesto mucha fe. Esta es la primera criptomoneda emitida por un Estado y respaldada por parte de las reservas de petróleo sin explotar (Leer más: Por qué la criptomoneda de Nicolás Maduro no vale nada).

Según se entiende de la explicación ofrecida por Maduro, el petro funcionaría como una unidad de cuenta. Una referencia a la cual el bolívar soberano, la nueva moneda que está por entrar en circulación, quedaría atada.

Estas propuestas las ha resumido en una consigna: “Ellos dolarizan los precios, nosotros petrolizamos el salario”.

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