Olga Hidalgo de Curiel: ¡Coro en el balcón de la basura…!

Olga Hidalgo de Curiel: ¡Coro en el balcón de la basura…!

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Desagrada mirar la suciedad y abandono de Coro ciudad patrimonial, que no es solo centro histórico, las calles, avenidas y plazas son la imagen de la desolación y la ruina; pareciera que a quienes corresponde velar por su buena apariencia “como un todo”, dejaron a un lado sus funciones y se dedicaron a otros asuntos más provechosos en lo personal.





Por estos días de campaña electoral se movilizan ministros y funcionarios de alto rango a darle apoyo solidario a su candidato, nada criticable si entendemos que “los mangos no están bajitos”; a tal fin, el turismo político programa el paseo obligado al centro histórico y los acogedores solares de las viejas casas remodeladas devenidos en sitios para tertulia oportuna y el refrigerio apetecido, configurando toda una estrategia que habla de logros y promueve reconocimiento, aplausos y complacencia; pero sería deseable que el recorrido incluyera mirar la ciudad sin “lentes de camuro” para que los distinguidos visitantes se den cuenta del aspecto deplorable e insalubre que exhiben los espacios vecinales, la comunidad en sus vitales arterias urbanas y quizá podrían observar el lastimoso espectáculo de los que hurgan en las bolsas negras buscando algo que comer y así constatar “in situ” que hay necesidad, escasez y miseria galopante que no ocultan videos interesados, voces que compra la ocasión ni cuña radial y periódicos con textos que magnifican maravillas que no existen; también serviría el peregrinar político por ésta tierra para conocer la gestión de los responsables de la ciudad de Coro como tal, que nos damos cuenta no reposa precisamente en manos, mente y corazón de servidores útiles, idóneos, aptos y dolientes y que pedir el voto se hace cuesta arriba porque los partidarios sensatos, no fanáticos perciben que no está bien atendida la comarca coriana, determinando el voto castigo a la hora de sufragar aunque haya amenazas y presiones.

Hay negligencia y desidia, tiempo que se escurre entre componendas, artimañas y negociados para fortalecer “intereses creados” que siempre existieron, condes y marqueses, fantasiosos, filibusteros y villanos han merodeado esos predios o sea han disfrutado grotescamente del tráfico de influencia y el peculado de uso. En fin, Santa Ana de Coro “Raíz de Venezuela” luce como la aristócrata arruinada, venida a menos, hoy la arropa la desvergüenza y el manto negro de la bolsa plástica recamado en basura