¿Sin querer, queriendo? Nace la “Allupmanía” de la mano de Nicolás Maduro

¿Sin querer, queriendo? Nace la “Allupmanía” de la mano de Nicolás Maduro

Foto: Composición
Foto: Composición

La fórmula de la MUD para la salida constitucional del presidente Nicolás Maduro se dará a conocer el próximo jueves y por lo tanto, las apuestas se abren sobre por cuál método se optará para decidir la “cesación” de su mandato.  Ante la posibilidad de una enmienda constitucional, también es necesario decir que candidatos para capitalizar votos y enfrentarse al jefe de Estado sobran.

Según las cifras de la encuestadora Datos, publicadas en la cuenta personal en Twitter del economista Asdrúbal Oliveros, Henry Ramos Allup, quien es el actual presidente de la AN, tiene en “agrado” un porcentaje tan considerable en la población como Leopoldo López y Henrique Capriles.

La diferencia del secretario de AD con estos dos rostros de la MUD es su exposición mediática que de acuerdo a expertos se podría equiparar con la del jefe de Estado a través de sus actos y cadenas, aunado a la cuña que este le hace en cada momento que puede. Este patrón de comportamiento genera suspicacias entre los más escépticos en ambos bandos y despierta interrogantes.

¿Ramos Allup será el candidato que está fabricando Maduro para que se mida con él tras la aprobación de una enmienda constitucional? ¿Servirán los masajes al ego hechos por el jefe de Estado para impulsar esta candidatura presidencial? ¿Habrá algún pacto de “indulto” bajo la mesa para manejarse si Maduro pierde el revocatorio e inician las investigaciones a su gestión?

Maduro y la “Allupmanía”

Henry Ramos Allup, el nuevo presidente del congreso venezolano, señala hacia las graderías mientras inspecciona el estrado a su llegada a la Asamblea Nacional en Caracas, Venezuela, el martes 5 de enero de 2016. Con una nueva correlación de fuerzas, nunca vista en 17 años, la Asamblea ahora con mayoría opositora asegura que tendrá entre sus prioridades el control y la supervisión del gobierno, lo que presagia tiempos de choques entre los poderes en el país, sumido en una profunda crisis económica. (Foto AP/Fernando Llano)

Experimentado, pragmático e irreverente, en otras palabras “el elegido” para hacer justicia y meter en cintura al Presidente. Así percibe la colectividad dentro de la oposición a Henry Ramos Allup, aquel veterano que con discursos sagaces ha sacado de sus casillas a unos cuantos del buró político del chavismo, un hecho que causa sensación entre los más radicales de la MUD, que desde el 14 de abril de 2013 hasta estos días ha sido un grupo cada vez más nutrido.

Con una elocuencia marcada por la experiencia, ahora este militante del partido Acción Democrática se vislumbra como el más fierro de los enemigos del Ejecutivo nacional, porque a ciencia cierta es el único con poder para enfrentarlo.

Sin embargo, lo que hace su imagen tan fuerte a los ojos del país y Latinoamérica va más allá del cargo que ocupa. Hoy en día es su principal adversario de ideas, Nicolás Maduro, quien hace el trabajo sucio y alza su popularidad por él, con sus declaraciones hostiles.

La “Allupmanía” inicia precisamente en abril de 2014, cuando Maduro abre el diálogo y el entonces diputado al Parlatino entra como una pieza fundamental para aliviar el clima de tensión que se produjo en el marco de las protestas de ese año. Las “perlas” durante su alocución todavía están frescas en la mente de más de un venezolano.

Curiosamente, este dirigente no tenía tanta exposición durante el mandato de Hugo Chávez, más allá de sus declaraciones en 2010, cuando expresó su repudio a las milicias campesinas y a la Ley del Consejo Federal de Gobierno, dos iniciativas que el entonces presidente presentó como parte de su “socialismo del siglo XXI”.

Es con el sucesor de Chávez que las filas de AD vuelven aun con más fuerzas a la palestra pública e inicia la empatía contra la política de la IV República.

Esta aceptación luego se agudiza desde unas semanas antes de las elecciones legislativas del 6D en las que el actual presidente de la Asamblea Nacional resultó electo por el circuito 3 del Distrito Capital con un aplastante 69,83% frente a 28,32% que sacó su contrincante más cercano, Daniel Aponte (GPP).

Foto: CNE

Es a partir de una especie de guerra, prácticamente declarada a través de la televisión por el primer mandatario nacional a su ex colega parlamentario, que él impulso alcanzado por Ramos Allup dentro de las bases de la oposición se ha hecho mucho más que evidente.

El desdén con el que el jefe de Estado hablaba de manera reiterada sobre el secretario de AD tomó mucho más vigor a inicios de octubre de 2015, cuando su discurso se afianzó en su contra y le dedicaba al menos unos segundos de insultos en cada alocución prácticamente diaria, con el objeto de despotricar de sus políticas.

Esta estrategia fue -¿inconscientemente?- el principal motor de popularidad de Ramos Allup, candidato con una campaña bastante tibia en el circuito donde sale electo, pero que a nivel nacional tomó un auge envidiable en lo que respecta a los demás factores políticos que integran la Mesa de la Unidad Democrática.

Las predicciones se cumplieron y dejaron a Ramos Allup con una victoria sólida en su circunscripción, que acompañada con las primeras declaraciones que dio sobre el canal ANTV y la alharaca que se formó desde el Gobierno para contrarrestar sus políticas “adeco-burguesas” lo pone como la cara más capacitada que entraba al Parlamento 2016-2021.

Tras estos dimes y diretes, lo que se gestaba en los venezolanos con esta suerte de pelea de un presidente con un discurso monótono y unidireccional hacia un disidente político y la indiferencia pronunciada de este último al negarse a responder de manera frontal ante estos insultos, era una marcada aceptación que vino aguas abajo desde el sector más radical de la oposición hasta quienes mostraban reservas sobre los discursos acalorados.

Poco a poco, la idea de un político de “vieja guardia” que pudiera parar en seco las artimañas que le pasaran por la cabeza al presidente de la República tomó una forma tan consistente, que terminó por decidir entre las facciones de la oposición (mucho antes de llegar a las urnas internas) quien sería el primero en llevar la batuta de la AN en esta etapa crítica del país. La opinión había decidido antes que los diputados y de no obedecer sería muy alto el precio a pagar.

Desde allí, la pugna entre la Asamblea y el poder Ejecutivo ha crecido al punto de que en el discurso de Maduro es imprescindible hacer este inciso para hablar improperios sobre el Parlamento durante cualquier acto de masas. Este es otro aditivo a la fórmula de la “Allupmanía” que ya da frutos, pues de acuerdo a la encuestadora Datanálisis 85,1% de los venezolanos apoya la Ley de Producción Nacional, una de las propuestas bandera de la oposición en la Asamblea.

Con este panorama que trae consigo un paquete de legislaciones y debates sobre las mismas se avizora un cambio en la política del país, que por donde van los tiros apunta a un nuevo “cuerpo a cuerpo” en las urnas, en menos tiempo del que se considera.

 

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