William Anseume: ¿Y si no hay elecciones este diciembre, qué?

William Anseume: ¿Y si no hay elecciones este diciembre, qué?

thumbnailWilliamAnseumeDejémonos de subterfugios. La pregunta ronda el ambiente. El discurso oficial: palabras, balbuceos, acciones, parece orientado a eso de la suspensión o a una trampa descomunal, irrefrenable. Muchos especialistas plantean la falta de escrúpulos reiterada del régimen, mientras operarios políticos esgrimen la palabra dictadura sin tapujo alguno previsible. Pero: ¿se va de buenas a elecciones en una dictadura? ¿Eso es así como si nada? ¿Dónde queda la dictatorial falta de escrúpulos de los gobernantes si permiten que sí, que se lleven parte importante del poder y sigan menoscabando lo que les queda que es,  o va siendo,  sólo un aferrarse desesperado a unas sillas en Miraflores o en la Asamblea?

Apreciemos algunas acciones: se apoderan del partido Copei; pretenden infiltrarlo y con eso conseguir unos curules “disimulados” en la Asamblea, bueno, pase. Mantienen ese “simulacro” de suspensión de garantías fronterizas, que es imposición de la fuerza pública en todo ámbito, por seis meses más, o sea, control sobre los gochos y adláteres, pase pues. Sostienen sus fuerzas policiales y militares matando gente, “simulando” el exterminio del hampa, sin justicia alguna aplicable, más agresión, más miedo, más control del individuo por parte de los organismos de fuerza pública y de las armas; regalan granadas por doquier, pase también, ¿qué más? Al Brasil se le ocurre enviar un observador validado en América y el mundo: Celso Amorín, se impone el veto, se le dice que observadores no, sino acompañantes del fraude, en un  perfecto español que nadie entiende en Brasil ni en otro lado e imponen a un “acompañante” argentino, de dudosa reputación por entreguista y lameculos, pase de nuevo la acompañante UNASUR de Samper. Se impide de diversas maneras que se implemente la exigencia de una observación internacional seria, creíble, garante de alguna transparencia, por parte de la OEA, de la ONU, de la Comunidad Europea, de algún órgano internacional, con algún tipo de seriedad institucional que respalde los resultados, pero se le exige a la oposición la firma del reconocimiento de los mismos, pase lo que pase.

Así no se puede. El fraude está cantado. La burla ronda el ambiente, las inmensas dudas, las necesarias dudas, las legítimas dudas de los votantes hay que espantarlas de una vez y firmemente, anunciando, de una, qué viene después que se materialice alguna otra inmundicia política por parte de la dictadura. Cuando Pérez Jiménez, en 1957, evade las elecciones por saberse derrotado y plantea el plebiscito se tambalea y presagia su caída definitiva, debido a que se construyó, con tiempo,  un rechazo feroz, en términos lingüísticos y de acciones, a cualquier intento de incumplir lo previsto electoralmente en la constitución.





No podemos imaginar siquiera que iremos en diciembre a lecciones de un país democrático, si así fuera las acciones gubernamentales serían otras, más diálogo, un diálogo, un reconocimiento a que factores externos sirvan limpiamente de observadores reales de lo que ocurrirá; menos violencia anunciada y menos violencia manifiesta en las calles por parte de policías y militares, sería la perspectiva de un jolgorio nacional y no esta tristeza acumulada, este pesar andante que somos de cara a unos comicios que lucen, sí, definitivos en nuestro futuro.

Tenemos que manejar todos los escenarios. El más previsible está planteado ya: si hay elecciones,  parecen orientadas al fraude en manos de la Tiby. ¿Y si no las hay? ¿Y si el fraude descomunal se impone? ¿Esperaremos el último minuto en ascuas para gritarle a nadie el fraude ya cantado de antemano? Hay que manejarse con el escenario más probable de primero y advertir al gobierno y al votante lo que vendrá. Iremos a votar, sí, firmes en nuestro propósito democrático electoral, pero: ¡Ay, Maduro! ¡Ay Diosdado! ¡Ay chavistas somnolientos y abúlicos! No se crean que la tienen fácil, si eso se produce lo que haremos es esto: ¿qué? Nadie lo sabe aún. Y es un bache. Un enorme bache que hay que llenar de inmediato. ¿Si no hay elecciones este diciembre, qué? ¿Si se planta el fraude anunciado en acciones y palabras, qué?

Son esos los primeros escenarios posibles y a ellos debemos responder con la prontitud de a quien le va la vida, valientemente, opositoramente. El menos probable, el de Suiza, es que vayamos todos tranquilos a las mesas electorales y que conquistemos, con la participación plena de los ciudadanos autorizados para ello, la Asamblea y después el referendo revocatorio o la renuncia y podamos volver a ser libres. Ese es el deseable. ¿Es el que está planteado? ¿Y si no hay? ¿Y si los faltos de escrúpulos que son se llevan nuestro votos? La oposición debe plantarse desde ya ante ese escenario y advertir, advertir exactamente lo que vendrá.

wanseume@usb.ve