Dámaso Jiménez: El fracaso de Maduro

Dámaso Jiménez: El fracaso de Maduro

thumbnaildamasojimenezMe lo pregunto a cada rato: ¿Por qué tanta saña contra el pueblo venezolano? Ese que no está enchufado ni al dólar 6:30 ni a las reglas a conveniencia que dictan una docena de funcionarios arrogantes que fungen como profetas herederos de la revolución de Chávez.

¿Por qué tanta animadversión por el pueblo que estudia, que trabaja e intenta sobrevivir a la escasez insólita, a la inflación inaudita, a las horas perdidas día tras día en una cola, a las balas asesinas del malandraje y que aún así sueña con superarse.

¿Por qué esta clase gobiernera, racista y discriminatoria al mejor estilo de Mary Pili Hernández exigiendo quiten todo subsidio a los viajes de los venezolanos cuyas familias han sido divididas por la miseria de la clase política gobernante alegando que son unos “raspacupos”, pretende ahora humillar a los venezolanos por una decisión tomada por la administración de Obama contra 7 funcionarios corruptos intocables, violadores de los derechos humanos, involucrados en la detención y tortura de 3 mil estudiantes y la muerte de 57 venezolanos  en las protestas de febrero del 2014?





¿Por qué más bien no tomar represalias definitivas contra el imperialismo norteamericano de una buena vez a cambio de mendigarle indignamente unos minutos de atención al presidente Obama, luego de ofender y vociferar amenazas huecas como aquella inminente invasión que vendieron para dividir el país con un nacionalismo barato?

¿Cuándo enfrentará Maduro la terrible realidad de hambre y miseria que se nos viene encima en vez de estar perdiendo tiempo en bravuconadas fútiles? ¿Para qué habrá querido que le levante la mano Chávez antes de su muerte para ser presidente si después de dos años y medio aún no se ha atrevido a gobernar?

No querer ver la realidad no significa que desaparecerá sobre todo ahora cuando ya no cabe duda que es obvio el desespero. Las firmas recogidas sin ningún tipo de validez y certificadas por una funcionaria electoral del gobierno como Tibisay Lucena, a la que nadie apuesta un ápice de prestigio, no tuvieron ningún tipo de peso en la presencia de Maduro en la Cumbre en donde ni siquiera fueron presentadas, tampoco en el país ahora que está de vuelta, porque además de que tales firmas planas no soportan un cruce de datos tampoco es evidencia de popularidad y arrastre para un presidente que carga con el estigma de un triunfo enredado con una diferencia mínima. Si fueran 11 millones de firmas reales las elecciones parlamentarias habrían sido anunciadas para el próximo domingo.

Luego del fracaso de Maduro en la Cumbre de Las Américas ha dejado de ser un secreto que el poder comienza a escurrírsele de las manos  porque el mundo está cambiando y ha quedado en evidencia en Panamá.

Y hablo del verdadero poder que nada tiene que ver con ese laboratorio de amenazas, insultos, chantajes y expropiaciones a los que nos tienen acostumbrados las penosas y lamentables figuras del partido del gobierno militar, sino el poder que tiene que ver más con la búsqueda de una consolidación de la confianza que se logra gracias al apoyo de la comunidad democrática, que genera a su vez proyectos de crecimiento y de inversión real en un mundo cada vez más globalizado y menos acuartelado, lo que obviamente terminará por reducirle el espacio a los tiranos que pretenden tomar a la brava los países secuestrando sus democracias.

Pronto La Habana se convertirá para el turismo mundial en la Ibiza de América y el Caribe y aunque los Castro no tienen pensado soltar aún el poder hasta negociar una salida que permita lamentablemente la legalización de sus fortunas, su peso en el apoyo de Maduro se irá desvaneciendo  de a poco y esto lo saben los alacranes oficialistas que cohabitan en Miraflores.

Cuando el auge económico vuelva a la isla y las colas y la cartilla de racionamiento sean un mal chiste del pasado con sus muertos a cuestas, todo la estructura de Estado venezolano invadida actualmente por la injerencia de miles de cubanos en las oficinas públicas del país, comenzarán a ser abandonadas a su suerte por quienes apuestan y de seguro tendrán una vida mejor allá en su tierra y no en este desastre peligroso, donde la vida no vale nada si cuatro caen por minuto, como dice la canción de Pablo Milanés.

La Cumbre de Panamá dejó igualmente al descubierto que el gobierno que lidera Maduro dejó de ser la utópica analogía romántica de Fidel y Chávez que tanto adoraron los intelectuales de izquierda de Europa y EEUU, para convertirse en la peor puesta en escena de una revolución falsa, carente de popularidad, militarizada en extremo, corrupta y despiadada, que pretende secuestrar ahora todas las divisas posibles para su supervivencia política y arrodillar y esclavizar a toda una nación de 30 mil almas que para comer y conseguir productos de aseo deben dejar de trabajar para hacer largas colas, mermando su calidad de vida y corriendo temprano a sus casas por miedo a la inseguridad que ha cobrado más de 50 mil muertes entre el 2013 y 2014, más que cualquier invasión armada o guerra en el medio oriente o el África.

Por último el “cadivazo” fue otro golpe de odio que traerá secuelas incluso entre quienes aún se creen amparados por la osmosis revolucionaria o el amiguismo partidista del que cree que la medida solo será para los “enemigos” que piensan distinto. La medida del viernes negro tendrá su repercusión este lunes con el auge del dólar paralelo que terminará convirtiéndose en un gran negocio para los boliburgueses, banqueros, brókeres de paraísos fiscales y funcionarios de gobierno con abundantes dólares en sus cuentas.

Esta nueva devaluación entrampa aún más la clase profesional que queda viviendo en el país obligada a devengar menos de 40 dólares mensuales y empujando a las clases más populares en paliar su sustento diario con más bachaqueo de productos que disparan mucho más la inflación.

La agobiante inflación de Maduro que es uno de sus mayores fracasos castiga fuertemente la economía venezolana a niveles donde un paquete de cuatro rollos de papel sanitario se vende en 300 bolívares y otro de pañales supera los mil quinientos bolívares. Una familia con sueldo mínimo no tiene posibilidades de sobrevivir.

Si la pretensión del gobierno ante la dolarización de la economía fuera sincera ya Maduro y el BCV habría dolarizado igualmente los salarios, pero eso nunca ocurrirá y mucho menos con la oposición que tenemos.

Viajar es un lujo que quedará para la boliburguesía mientras el gobierno hace caso omiso por los 25 mil millones de dólares desfalcados por empresas fantasmas bajo la responsabilidad de Cadivi y las grandes sumas de cuentas de empresarios del gobierno en paraísos fiscales de Europa, mientras se hacen recurrentes los camiones de pollo y alimentos que comienzan a ser saqueados por calles y carreteras del país. Es el hambre que se nos viene encima.

@damasojimenez