Sanciones con acento electoral, por @carmenbeat

Sanciones con acento electoral, por @carmenbeat

thumbnailcarmenbeatrizfernandezPara entender la política internacional, que rige las actuaciones de las naciones, es clave entender la política local. Se le atribuye al diputado demócrata norteamericano Tip o´ Neill una frase con la que tituló un librito suyo sobre la vida parlamentaria: “All politics is local”. La frase sintetiza un axioma clave en la vida de cualquier político: la opinión más importante es la de tus electores. Algo así como el clásico mantra comercial “el cliente siempre tiene la razón” pero aplicado a la política. Y estoy convencida de que la jugada de Obama respecto a las sanciones tiene más que ver con la política pre-electoral norteamericana que con la política venezolana.

Cuando hace un par de semanas el presidente Obama hizo esa declaratoria de Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria, para luego referirse a unas sanciones puntuales contra siete individuos, funcionarios públicos allegados al gobierno venezolano se generó mucho ruido. Podemos suponer que ese ruido no era casual, se buscaba. Y hacerlo prácticamente en vísperas del encuentro hemisférico de la OEA en Panamá es aún más deliberado. El encuentro de Panamá iba a tener como principales protagonistas a Obama y Raúl Castro como nuevos mejores amigos. Si bien es cierto que una somera mayoría norteamericana apoya el restablecimiento de las relaciones entre USA y Cuba, no menos cierto es que esa foto Obama-Castro causa urticaria entre grupos electorales relevantes en los Estados Unidos.

Para la elección presidencial del 2016 en los Estados Unidos hay un segmento que es singularmente importante: el del elector hispano, el bando que lo conquiste hará suya la presea presidencial. Subirle el volumen al tema venezolano focalizando en la enemistad con el régimen de Nicolás Maduro hará que esa foto de Obama y los Castro sea menos costosa electoralmente.





Pero no sólo los norteamericanos han empezado su contienda electoral. Tambien en Venezuela estamos en vísperas electorales, ante unas parlamentarias que podrían ser las últimas elecciones importantes del país. Y el gobierno venezolano ha utilizado el decreto de Obama como palanca de esa campaña. La “lucha contra el Imperio” venía siendo parte de la retórica oficial desde los tiempos de Chavez. Maduro lo retomó desde sus inicios hace dos años, con muy pobres resultados. Sin embargo el decreto de Obama le da la oportunidad al gobierno de Maduro de hacer verosímiles los argumentos retóricos tan largamente utilizados.

Como era previsible, a Maduro le ha dado resultados apropiarse de la jugada. El decreto de Obama le ha dado oportunidades para reorientar la agenda pública hacia el tema de la “amenaza imperial”, girando desde un lugar que le desfavorecía mucho más: la angustiosa escasez, inflación y criminalidad que vive la nación venezolana. Los dos años del gobierno de Maduro han estado signados por terribles indicadores en lo económico, asociables a una implosión de la Revolución. Tan es así que sólo dos de cada tres chavistas (que todavía son una tercera parte del país) afirmaban ser también “maduristas”. Tras el decreto de Obama, Maduro ha logrado consolidar al chavismo a su alrededor y ya hoy el 75% de quienes se sienten chavistas afirman sentirse representados por Maduro.

En añadidura, la mención de “unusual and extraordinary threat”, en el texto de los considerandos del Decreto, puede hacer mucho ruido, pero es un formalismo jurídicamente imprescindible para acogerse al “International Economic Powers Act”. El texto de la “Venezuela executive order” es muy parecido al que se hiciera contra Colombia y la lucha contra el narcotráfico así como al emitido previo a las sanciones a todo el entorno de Putin en el caso Ucrania. Lo relevante son las sanciones aplicadas. Y esa sanciones van específicamente contra actores que han violado derechos humanos o incurrido en actos notables de corrupción administrativa.

¿Logrará el efecto Obama convertirse en el salvavidas de Maduro? Probablemente no. Maduro ha logrado con el decreto de Obama amalgamar al chavismo, pero es muy difícil que ese efecto trascienda más allá del chavismo duro. Por un lado, el momento en el que ocurren las sanciones es muy distante del momento electoral. Las elecciones parlamentarias aún no tienen fecha en el cronograma, pero podrían ser entre Septiembre y Diciembre de este año, muy lejos aún y seis u ocho meses es una eternidad en el vertiginoso ritmo de la realidad venezolana, como para que la “amenaza imperial” continúe percibiéndose como tal. Por otro lado existe una línea muy nítida entre “las amenazas del Imperio” y la megacorrupción local. Y la gente comienza a verla…

Carmen Beatriz Fernández