Crónica de una cola: “Este país no era así, antes había libertad para comprar”

Crónica de una cola: “Este país no era así, antes había libertad para comprar”

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Sentado en una silla plegable para amortiguar la espera mientras hace fila frente a una tienda en Caracas, Hernando deplora la escasez en Venezuela, publica El Nuevo Herald.

“Este país no era así. Antes había libertad para comprar, invertir y crecer”, dijo.





Filas largas, lentas y tensas anteceden desde hace meses la compra de bienes escasos como leche, café, pañales, jabón para lavar la ropa o champú.

El gobierno de Nicolás Maduro atribuye el desabastecimiento a una “guerra económica” de los empresarios contra su gestión, a través del acaparamiento y la especulación.

En cambio, el sector privado dice que la escasez es producto del control cambiario, vigente desde 2003, que no garantiza la liquidación de divisas a las compañías importadoras y fomenta la corrupción y el contrabando. La caída de los precios del petróleo también propicia el desabastecimiento.

“Ahora comemos lo que el Gobierno decide poner en los anaqueles”, comentó Hernando, tras contar que un vendedor informal le ofreció un paquete de 32 pañales para su nieto en 950 bolívares. A precio regulado le costaría 150.

Apenas despuntó el sol, Lorena salió de su casa para hacer fila a las puertas de esa misma tienda, otra sucursal de Farmatodo, la cadena privada acusada por Maduro de promover filas frente a sus establecimientos para “irritar al pueblo”.

A las 7:30 de la mañana abrieron la farmacia. No había nada especial en los anaqueles, pero los empleados de la tienda confirmaron que estaba por llegar un camión con mercancía. Una hora después, dos trabajadores escoltados por una pareja de guardias nacionales salieron con tres cajas de jabón para bañarse, dos de champú y una instrucción clara: Dos muestras de cada producto por persona.

“Dos champús y dos jabones, nos sacamos la lotería”, murmuró Lorena, una maestra de preescolar de 35 años de edad mientras se remangaba la camisa, lista para arrebatarle su ración de bienes regulados a los consumidores que la empujaban en el pasillo.

En menos de un minuto se acabó el champú, pero aún quedaba una caja repleta de jabón por repartir. De pronto aparecieron dos agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional y pidieron al empleado de la farmacia que les entregara la caja.

El alboroto se transformó en silencio hasta que una compradora los increpó: “¡Esto es un abuso, nosotros nos llevamos dos jabones mientras ustedes se quedan con todo!”.

Los funcionarios, con sus armas de reglamento en el cinto y las esposas colgadas de los cinturones, se abrieron paso entre los compradores y desaparecieron tras una puerta que advierte: “Solo personal autorizado”.

Más información en El Nuevo Herald.