Las peores asquerosidades que hicimos de niños

Las peores asquerosidades que hicimos de niños

hormigas_n-672xXx80

Hoy hemos regresado a los felices años de la infancia para rememorar esas cosas divertidas que todos hemos hecho alguna vez y que ahora nos parecen asquerosas. Y es que, años atrás, todos éramos un poco gamberros y en el tema gastrónomico nos creíamos unos selectos manitas… A la hora de comer, nada nos frenaba y nuestros hábitos actuales poco  tienen que ver con los de antaño. Echa un vistazo a la siguiente lista si quieres regresar a tu infancia y que la nostalgia te invada por unos minutos, publica Que.es

MASTICAR CHICLE AJENO





Ahora somos muy tiquismiquis y bastante más escrupulosos que años atrás… Pero, todos -sin excepción- hemos compartido chicle con nuestros amigos.

Ibas al kiosko a por todo tipo de guarrerías y las intercambiabas con tus amigos para probar todos los sabores. Con o sin babas ajenas. Eso no nos importaba demasiado…

El mundo de los masticables ha tenido un papel importante en la infancia. ¿Quién no se ha metido de golpe todos los chicles del paquete llegando casi a la asfixia? Una asquerosidad pero que permitía hacer unos globos enormes.

MALVAVISCOS ¡QUEMADAS!

Nosotros no quemábamos los malvaviscos al estilo americano, es decir, alrededor de una hoguera, pinchando la golosina en un palo y exponiéndola al fuego mientras cantamos canciones a la naturaleza. No. Nosotros simplemente utilizábamos un mechero y directa a la boca. ¡Y qué rico estaba!

Ahora esto, además de perjudicial para la salud, está visto como una verdadera guarrada

BOCADILLOS

De pequeños todos éramos muy dignos para hacernos con el trofeo deMasterchef. Y es que el ingenio cuando eres niño, se agudiza. Prueba de ello son los bocadillos de las meriendas.

Los contenidos de estos suculentos bocadillos eran cuanto menos peculiares… Y es que típicos son los bocadillos de Nocilla con chorizo, leche condensada o mantequilla con Cola Cao. Y, aunque ahora mismo esto nos parece una cosa muy asquerosa -que además engorda mucho-, lo cierto es que estaban para chuparse los dedos.

TATUAJES CON EL COMPÁS

Más que asqueroso, esto es macabro. El compás, ese instrumento que formaba parte del material escolar con el que había que tener un pelín de cuidado porque “podía ser peligroso”. Y lo era, y nos daba igual. Compás en mano tatuábamos a nuestro compañero.

Todos hemos superado la educación primaria y hemos tenido un compás. Ahora, ni idea de hacer círculos perfectos, porque su función era otra muy diferente…

PATATA FRITA MOJADA… EN LO QUE SEA

Y no hablamos de kétchup ni mostaza. Lo que nos gustaba de pequeños era mojar las patatas fritas en helado, Nocilla o cualquier tipo de salsa dulce.

Si lo raro es que no estemos todos como el niño de la foto…

¿Recordáis las primeras visitas con los amigos a los establecimientos de comida rápida? El helado nunca llegaba entero al postre. Antes había sido víctima de las patatas fritas.

¡Ñam!

LECHE CONDENSADA

Si ahora un simple café bombón -café con leche condensada- nos resulta pesado y demasiado dulce, echa la vista atrás y recuerda cuando ibas a la tienda a comprar botes de leche condensada -que no te duraba ni un asalto-.

Y, claro, el formato de este producto nada tiene que ver con el de antaño. Ahora, la leche condensada suele ir en bote que dispensa el producto. Antes era una lata a la que le hacías un agujero para ¡beber la leche condensada a chorro! Lo más divertido era que esto se hacía a escondidas porque sino la bronca de las madres era obligatoria.

Eso sí, ¡qué dolores de tripa!

COGER HORMIGAS Y A SABER…

Hormigas, arañas y cualquier insecto que ahora aborrecemos, en nuestra infancia nos encantaban.

Con el paso de los años, el miedo a cualquier tipo de insecto va a más, pero de niños no sólo los cogíamos sin miedo. Sino que llevábamos a nuestras presas a casa y las encerrábamos en un bote e, incluso, los más osados, se las llevaban a la boca…