El problema del PT no es Marina, es Dilma

El problema del PT no es Marina, es Dilma

 

Marina y Dilma en cerrada competencia electoral
Marina y Dilma en cerrada competencia electoral

 

El rápido ascenso de Marina Silva no es la razón por la cual las elecciones presidenciales de Brasil son una competencia abierta. Después de liderar un periodo de cuatro años decepcionante, la actual presidente Dilma Rousseff ha sido una activista que ha cojeado y ahora hay un enorme vacío que Marina está llenando. Aunque ella es una activista hábil y carismática, si Marina gana, será el resultado de un voto rotundo de protesta contra Dilma.





Desde que fue empujada accidentalmente a la candidatura después de la prematura muerte de su candidato presidencial y compañero de fórmula, Eduardo Campos, en un accidente aéreo el 13 de agosto, Marina se ha convertido en el centro de atención. Esta no es la primera vez que la ex criada analfabeta, quien se convirtió en ministra de Medio Ambiente (2003-2008) bajo el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, ha robado la atención en una carrera presidencial. En 2010, postulándose bajo el Partido Verde, Marina terminó en tercer lugar con el 19,3 por ciento de los votos. Su estilo carismático y su experiencia de vida única que, además de haber sido criada en la extrema pobreza la haría convertirse en la primera presidente evangélica en un país mayoritariamente católico, hace de Marina la candidata favorita para el voto protesta.

Muchos de los que estaban descontentos con el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) con ocho años en el poder, pero a quienes tampoco les gustaba José Serra, el candidato del PSDB de centro-derecha, apoyaron a Marina en la primera ronda. Según las encuestas, en la segunda vuelta celebrada el 31 de octubre de 2010, los votantes de la primera ronda que apoyaron a Marina estaban casi igualmente divididos sobre si apoyar a Serra o al candidato del PT, Rousseff. A pesar de su falta de carisma, Dilma fue capaz de beneficiarse de la popularidad del presidente saliente Lula y ganar las elecciones.

Cuatro años más tarde, Marina y Dilma se enfrentan otra vez, en diferentes circunstancias. La actual presidente ha presidido una economía débil. Aunque su gobierno ha incrementado los fondos asignados a los programas de alivio de la pobreza, la percepción general es que Dilma se centró más en la construcción de la infraestructura para la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. Desde que el equipo de fútbol de Brasil tuvo una mala actuación durante la Copa Mundial, muchos brasileños sienten que todo fue una pérdida de dinero. Para empeorar las cosas, la economía ha entrado oficialmente en recesión. Para cualquier presidente en ejercicio, el estado de ánimo social y económico actual harían casi imposible las posibilidades de reelección. Para Dilma, que carece de carisma y no se puede conectar con la gente a nivel personal o en la televisión, las perspectivas son aún más sombrías.

Marina, por su parte, es carismática y conecta rápidamente con la gente. Es cierto que Silva tiene muchas otras debilidades. Como ella recientemente entró en la carrera, no tiene un equipo formal de expertos con quien gobernar en caso de que gane. Su partido – que se unió hace sólo unos meses – tendrá sólo un puñado de escaños en el Congreso. Como pragmática, ella ha buscado el apoyo de economistas favorables al mercado, pero también ha dicho algunas cosas confusas sobre el medio ambiente y en relación con sus políticas económicas. Sus puntos de vista morales y religiosos conservadores han alienado a los liberales de izquierda también. Debido a que ella era sólo una candidata de protesta en 2010 y teniendo en cuenta que ahora sólo ha sido una candidata a la presidencia por menos de tres meses, hay preguntas acerca de las verdaderas creencias verdaderas de Silva y sobre cuáles son las políticas que podría implementar para fomentar el crecimiento económico, mejorar la competitividad y fortalecer la red de seguridad social.

Encuestas recientes muestran que es probable que Marina llegue a la segunda vuelta y que sería cada vez más una fuerte competencia contra Dilma en una carrera de uno-a-uno. No es sorprendente que el equipo de Dilma haya lanzado una campaña feroz de ataque, destacando las contradicciones, inconsistencias, falta de experiencia y las insuficiencias que afectan a la evolución de la plataforma de la campaña de Silva. La campaña coordinada dañará irreparablemente las posibilidades de Marina en la segunda vuelta.

Sin embargo, el problema real del PT en el poder no es Silva. Es que Rousseff ha decepcionado como presidente y ha sido una muy mala candidata. En las próximas semanas, el PT no puede hacer nada acerca de los pésimos cuatro años que Brasil ha experimentado bajo el mandato de Dilma. Ahora, con 66 años de edad, ella no va a cambiar su personalidad para ser más carismática. Por lo tanto, ya que Dilma no puede ganar por meritos propios, el PT se ha dedicado a exponer los puntos débiles de su rival. El viejo argumento del “menor de los dos males” es la estrategia elegida para ganar las elecciones en octubre.

Debido a que los brasileños están realmente decepcionados con Dilma, la única pregunta que queda es si la campaña de ataque del PT tendrá éxito o si Marina podrá moldearse a sí misma como una persona con experiencia, razonable y de sentido común que puede construir coaliciones amplias para dirigir el país en la dirección correcta – una versión en mujer, más joven y de piel oscura de lo que Lula representó cuando ganó en 2002.

Sea cual sea el resultado final (y Marina está buscando ser más fuerte cada día), la estrategia del PT es un reconocimiento tácito de que no pueden ganar sólo en base al rendimiento de Dilma. Peor aún, la estrategia parece decir que si Dilma evita convertirse en la primera presidente en ejercicio de un país latinoamericano importante en perder la reelección, otros cuatro años bajo su presidencia no serían mejores para Brasil de lo que fue el período 2010-2014.

 

Por Patricio Navia en Análisis Latino