De audiencias y políticos, por @carmenbeat

De audiencias y políticos, por @carmenbeat

thumbnailcarmenbeatrizfernandezComo la sal a la mar, como el agua a las plantas, como la sangre a Drácula, así es la relación entre las audiencias y los políticos. Todo político aspira a ser visto por las grandes audiencias. No por egocentrismo ni por deseos de figuración, o no sólo por ambas razones, sino fundamentalmente porque el activo más importante de un político es su nivel de conocimiento. Un político puede ser simpático, puede ser inteligente, puede tener las mejores propuestas, que conecten con las necesidades de los electores, pero sin ser conocido ninguno de esos atributos funcionan. A la hora de elegir entre opciones político-electorales el elector valora y contrasta todas esas cualidades entre sus opciones, pero sólo entre aquellos que conoce y con los que está familiarizado.

Por ello no es de extrañar que el político sepa aprovechar las oportunidades de darse a conocer, en democracia es consustancial a su propia aspiración al poder que define a la política. Y no sólo en democracia, en las dictaduras, donde el poder hegemónico suele imponer límites al conocimiento público de los adversarios políticos, las oportunidades de acceso a grandes audiencias son mucho más limitadas, y por ello tambien más valiosas. Un activista político como el finado Oswaldo Payá,o como Yoani Sánchez, que tienen amplia proyección internacional, por ejemplo, disfrutan en Cuba de limitados niveles de conocimiento público. Así lo supo entender en su momento Ricardo Lagos, cuando encaró a Pinochet en 1988 desde una rara oportunidad en TV, e hizo de ese momento una oportunidad para el posterior referendum que terminaría ganando la Concertación chilena.

 





Quizás no tan dramáticamente como en el Chile de 1988, pero en Venezuela hoy la oposición tiene muy limitadas oportunidades de aparición mediática. El gobierno ejerce plena hegemonía comunicacional, especialmente en la radio y TV,  y en esas condiciones llegar a masivas audiencias es una situación excepcional que la oposición venezolana supo aprovechar cuando accedió participar en la mesa de diálogo, transmitida en cadena nacional. En el caso particular de Henrique Capriles, líder fundamental de la oposición, su aparición en medios televisivos se encuentra completamente vetada, por lo que su participación era doblemente importante.

Se estima que hasta un 75% de los hogares venezolanos tenían la tele encendida en la hora pico (9 pm) del debate-diálogo la noche del 10 de Abril en Venezuela. La medición la hace AGB Nielsen, con una metodología muestral de “peoplemeters” instalados en hogares urbanos, aunque no hay porque pensar que el comportamiento fue muy distinto en los hogares rurales. Esto podría implicar que hasta 14 millones de adultos, o 7 de cada 10, habrían visto al menos parte del diálogo. Una audiencia gigantesca, no comparable a ningún espectáculo visto en los últimos años, ni tan siquiera el show anual del Miss Venezuela, el programa televisivo con más rating del país, equivalente venezolano del Super.Bowl.

Si bien luego del segmento clímax la audiencia fue disminuyendo progresivamente conforme avanzaba la hora de dormir, cuando le tocó hablar a Henrique Capriles a la 1 de la madrugada de un día laborable, aún un 35% de los televisores continuaban encendidos y la alocución de Capriles pudo ser vista por más de tres millones de personas.

 

Para entender el impacto real de este número y su dimensión hay que compararlo con la audiencia que genera el programa cotidiano de mayor rating: el noticiero de Venevisión, que llega cada día a unos 300 mil televidentes. La intervención de Capriles en el debate fue 10 veces más vista que el noticiero más popular del país.

El caso de Capriles es particularmente ilustrativo. A partir del empate de las elecciones del 14 de Abril, el gobierno ha venido consolidando su supremacía comunicacional, bien en medios que le son propios en la televisión pública, o bien influyendo sobre la línea editorial de medios privados. Una constante en el manejo de los criterios editoriales ha venido siendo la invisibilización de Capriles, principal lider de l oposición (IVAD). Su participación en el debate-diálogo le quitó ese manto de invisibilidad con el que tan cuidadosamente lo había acobijado el gobierno de Maduro. El siguiente gráfico muestra claramente este efecto en las menciones de Capriles y Maduro en Twitter durante los días del diálogo y los cercanos a éste:

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En una sociedad que clama por diálogo, y donde éste es percibido como una necesidad por un amplio 87% del país (Datos) el debate fue sentido como una oportunidad que generó gran cantidad de espectadores. En general para la oposición fue una decisión inteligente participar en la convocatoria, y cuyo resultado probablemente se vea relefado en las próximas encuestas. En política saber qué decir es tan importante como saber cuándo decirlo…